Por Valentín Varillas
El tema pasa por lo legal, por supuesto.
Y según panistas como Ernesto Cordero o Javier Lozano, aquí hay mucha tela de dónde cortar.
Hay que recordar que estos panistas fueron los primeros en encender los focos rojos sobre las supuestas actividades ilícitas de quien fuera candidato presidencial del blanquiazul en el 2018.
También el presidente Peña y el sistema de procuración de justicia en ese sexenio, tuvieron algo que decir al respecto, al abrirle a Ricardo Anaya un proceso legal por supuestas operaciones de lavado de dinero.
Sin embargo, a pesar de estos antecedentes, el anuncio de su salida del país- intentando medirse el traje de perseguido político- pareciera deberse más a cuestiones internas, en el contexto de los relevos que inminentemente se darán de cara a las próximas coyunturas electorales que enfrentará su partido y en general la oposición nacional.
Y es que, viene la inevitable renovación de liderazgos en la derecha nacional y todo indicaba, ya desde hace tiempo, que Anaya y su grupo no saldrían favorecidos.
Su paso por la política electoral lo mostró como un producto poco rentable y no se ve cómo pudiera volver a enfrentar con éxito en las urnas a la 4T, con todo y su cada vez mayor número de detractores y desilusionados.
Todo apunta ahora al fortalecimiento de las huestes del ex presidente Calderón, con Margarita Zavala como estandarte.
Si bien es muy pronto para colgarle la etiqueta de “presidenciable”, por el enorme desgaste que esto supone, lo cierto es que no existe en estos momentos algún perfil que pudiera competirle a Morena de manera digna en el 24.
Es cierto que Anaya aparece en primer lugar en las mediciones publicadas por algunos medios, en el rubro de posibles candidatos del PAN para “ la grande”, pero también lo es el hecho de que no se mide a Zavala en este ejercicio y que Ricardo trae arrastrando un fuerte desgaste en términos de opinión pública y publicada.
Meses antes del proceso electoral se dio la inminente reconciliación entre el calderonismo y el partido que los vio nacer en lo político.
El fracaso en la intentona de México Libre de obtener su registro, fue el catalizador necesario para el acercamiento, algo que cayó muy bien entre militantes y simpatizantes de Acción Nacional.
No en balde, Margarita fue la candidata a una diputación federal que más votos obtuvo en todo el país.
Nada mal, como base para un potencial proyecto presidencial.
El exilio voluntario de Anaya pareciera, por todo esto, una rendición política que pretende venderse desde el victimismo en aras de darle, aunque sea, un poquito de dignidad.
Hay otros tiradores que, en los hechos, representan una mayor amenaza para el presidente y su grupo en su intentona de que Morena repita como partido hegemónico en el país.