Por Alejandro Mondragón
En la ruta de las indagatorias contra Luis Cárdenas Palomino, quien favoreció a la proveedora Obses de México para abastecer en el país equipos de espionaje, aparece en el trayecto el gobierno morenovallista de Puebla.
Gustavo Cárdenas Moreno, contratista de la Secretaría de Seguridad Pública fue el responsable de vender a Puebla el sistema de vigilancia.
Es ya investigado por la Fiscalía General de la República por lavado de dinero, pues utilizó –junto a la firma Balam Security- paraísos bancarios, mediante la intermediación del despacho de Panamá, Mossack Fonseca.
Cárdenas Fuentes entró en contacto con la oficina de Mossack Fonseca en Miami en julio de 2015 a través de D’Orleans, Bourbon & Associates, despacho que opera en Florida y la Ciudad de México, donde no tiene existencia legal.
En marzo del 2014, la revista Proceso documentó que por la vía de Balam se acercaron a la empresa Hacking Team para desarrollar el programa de espionaje a servicio de la Secretaría de Marina, entonces PGR, el Cisen, la Policía Federal y los gobiernos del Estado de México, Chiapas, Baja California, Michoacán y Puebla.
Obses de México resultó ser la empresa que vendió al morenovallismo el equipo de intercepción de la señal de Nextel en el arranque del sexenio de Rafael Moreno Valle.
Este equipo arribó dentro de un boing proveniente de Alemania que traía autopartes y equipo pesado para la Volkswagen.
Por ese sistema se pagaron 4.5 millones de pesos. Fue instalado inicialmente en el edificio de Protocolos, a un costado de Palacio Municipal, meses después apareció en la Casa Azul, junto a Casa Aguayo, desde donde se le perdió la pista, ante la llegada de nuevos equipos de espionaje.
Y así fue como se desarrolló el modelo de negocio de la vigilancia para la extorsión política y económica en una Puebla que a muchos ya se les olvidó.