24-11-2024 04:16:15 AM

¿Desconectará también a MC?

Por Valentín Varillas

 

El líder de Movimiento Ciudadano en Puebla, Fernando Morales, declaró hace unos días para el diario Intolerancia que Miguel Barbosa fue el primer gobernador de la historia que no metió las manos en un proceso electoral poblano.

Llama la atención lo dicho, viniendo de quien viene.

Y no me refiero necesariamente a que se trata de quien encabeza un partido de “oposición”, sino de su propio paso por la política local y sus relaciones con anteriores mandatarios.

De entrada, Morales acepta que, por ejemplo, su admiradísimo Moreno Valle lo hacía como práctica común en cada elección que le tocó operar como mandatario.

Pero de paso, con este reconocimiento, aunque no lo reconozca abiertamente, confirma la relación de complicidad que tejió con el hoy finado, en su papel de líder estatal del PRI, partido supuestamente opositor.

Lo infiltró para luego, “desconectarlo” en lo político y someterlo completamente a sus intereses.

Como líder del PRI, Morales Martínez lo redujo a su mínima expresión.

Por ejemplo, cuatro días después de la victoria de Peña Nieto en la presidencial de julio, Fernando tuvo una reunión con estructura, operadores y candidatos ganadores en donde dio la orden expresa de replegarse.

Dejar por un tiempo el trabajo político para “esperar” el desahogo en tribunales de la impugnación de la elección y en función de eso, analizar el escenario político y convocar luego a liderazgos y ganadores a realizar una gira de agradecimiento a militantes y simpatizantes.

Así se hizo.

Morales, siguiendo las órdenes del gobernador, desenchufó al partido y se autoexilió en Miami por espacio de mes y medio.

El caso de Puebla fue único.

En otros estados de la República en donde había gobiernos emanados de partidos políticos diferentes al PRI, el triunfo de Peña sirvió para fortalecer a la militancia y a los simpatizantes tricolores, para convertirse, con el apoyo del nuevo gobierno federal, en contrapesos efectivos al poder de esos mandatarios de oposición.

A pesar de haber ganado 12 de los 16 distritos federales locales en el 2012, el PRI tomó una serie de surrealistas e inexplicables decisiones que jugaron electoralmente en su contra.

A la par, en el congreso local, avalaron el proceso de redistritación y los cambios legales para facilitar la conformación de una coalición antipriista para el 2013.  

También dieron el visto bueno para que, incondicionales del morenovallismo, llegaran a integrar sin ningún problema el pleno del Instituto Electoral del Estado.

Cómo olvidar una auténtica “joya” declarativa de Morales Martínez, como líder tricolor, en donde quedó en evidencia su intención de proteger los intereses de su entonces amo.

Públicamente afirmó que, lo más “sano”, para evitar disputas internas entre grupos de priistas era que las delegaciones federales locales no quedaran en manos de poblanos, para que no existieran “bloqueos” que pudieran afectar el desarrollo de los planes y proyectos prioritarios que operaría en el estado el gobierno de Peña Nieto.

Increíble.

Al final, no fue así.

Pero la sangría de seccionales, operadores, liderazgos y demás cuadros, sentaron las bases para el desahucio del PRI en Puebla.

A partir del 2012 y con candidatos que jugaron los intereses del entonces régimen, la catástrofe ha sido la constante en la vida electoral del tricolor.

Jamás pudo reponerse del paso de Fernando Morales por su dirigencia estatal.

Hoy  que se viven nuevos tiempos políticos en la aldea ¿hará lo mismo con Movimiento Ciudadano?

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