Por Alejandro Mondragón
El graaaaaan debate nacional gira hoy en torno a si perdió o no la Cuarta Transformación, en las pasadas elecciones del país.
De 15 gobiernos estatales en disputa, Morena y sus aliados se llevaron 11, los opositores se quedaron con 4.
¿Entonces?
En la disputa por la Cámara de Diputados federal, Morena y sus aliados tienen 50 más 1 para sostener la marcha presupuestal de la 4T.
De 30 Congresos locales en pelea electoral, el partido de AMLO y sus rémoras se llevaron 19, nada más.
¿Y luego?
En un comparativo sobre la evaluación electoral del presidente en su tercer año de labores, López Obrador sale mejor librado que sus 4 antecesores: Enrique Peña Nieto (cayó su votación 30.5 por ciento), Felipe Calderón Hinojosa (disminuyó 29.6 por ciento), Vicente Fox Quesada (bajó 34.8 por ciento) y Ernesto Zedillo (se redujo 32.8 por ciento).
En este especie de referéndum, AMLO tuvo una variación negativa del 17.1 por ciento en términos de votos respecto a los obtenidos en el inicio de su gestión.
El problema político para la 4T se localiza en las clases media y alta, las cuales han recibido el impacto de las crisis económica, social y sanitaria. Castigaron al movimiento en las urnas.
El presidente López Obrador dice que votaron en contra de él y su proyecto, quienes no usan el metro de la Ciudad de México (sic), pero no, el tema va más allá.
Las zonas urbanas, económicas e industriales se negaron a seguir el rumbo de la Cuarta Transformación. Ahí están las alcaldías de la Ciudad de México, capitales como Puebla, Monterrey, León y Guadalajara y estados como Nuevo León y Chihuahua.
El vaso, según se mire.