Por Alejandro Mondragón
Desde que arrancó la campaña electoral por la alcaldía de Puebla no existe una medición que indique que la abanderada de Morena, Claudia Rivera Vivanco, haya alcanzado o rebasado a su oponente del PAN, PRI, PRD, PCP y PSI, Eduardo Rivera Pérez.
Los sondeos públicos y ocultos indican que el panista es puntero hasta hoy. Las evaluaciones optimistas le otorgan ventaja de dos dígitos, las pesimistas, de uno, pero la línea no se cruzó, como sí ocurrió en el 2018 por el efecto de López Obrador.
Destaca el tracking diario que trae del proceso Campaigns & Elections. Eduardo arrancó la campaña con 41 puntos, Claudia con 19 por ciento y un nivel de indecisos del 24 por ciento.
Para el 31 de mayo, Rivera Pérez cuenta con 53 por ciento de las preferencias, lo que implicaría que subió 13 puntos en la campaña.
En tanto, Rivera Vivanco reporta 28 puntos, lo que implicaría que repuntó 9 puntos en la contienda, contra viento y marea. El índice de indecisos es del 12 por ciento.
Está claro que aquellas personas que tenían dudas han comenzado a decantarse y expresar sus preferencias, pero sin duda dejan que sea una elección de dos, Los Riveras.
Otros candidatos/as han ido dejando puntos en el camino de la elección, por lo que las preferencias han ido a parar a los de arriba.
Sin duda, Rivera gobernará la ciudad, otra vez, nada más falta definir el género, pero Eduardo se mantiene de puntero, ajeno a la guerra sucia y después del debate sin despeinarse.
En contraparte, Claudia ya tomó el camino de ir con Morena por encima de su propia figura (sometida a la campaña negra) y tratar de jalar el voto de aquellos morenistas que no se definen por ella, pero sí por su partido.
Esa es la llave.