25-04-2024 11:22:16 PM

RMV-Ebrard ¿destinos similares?

Por Valentín Varillas

 

Una tragedia personal dio al traste con el proyecto presidencial de Rafael Moreno Valle.

De no haber caído aquel helicóptero el 24 de diciembre de 2018, seguramente sería hoy el candidato natural de la oposición para el 2024.

Otra tragedia, la de la línea 12 del metro, podría también fulminar la calentura presidencial del hoy canciller, Marcelo Ebrard.

Es evidente su responsabilidad en las fallas estructurales y en las corruptelas que caracterizaron su construcción.

Por más que quieran protegerlo algunos de quienes comparten su proyecto a futuro.

Las muertes ajenas, producto de sus yerros y omisiones, deberían de ser suficientes como para dejarlo fuera de la sucesión.

Sobre todo, porque la tragedia se convierte en el pretexto ideal del grupo radical alrededor del presidente, que puja porque la actual Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum –otra gran responsable de los hechos sucedidos el pasado 3 de mayo- sea la sucesora de AMLO.

Ebrard y Moreno Valle llegaron a ser aliados en distintas coyunturas y tiempos.

Existía entre ellos una auténtica empatía política que resulto evidente cuando en la campaña de 2010, Ebrard y sus operadores principales se convirtieron en una presencia constante en apoyo del proyecto de RMV.

La famosa y en ese momento inédita alianza de partidos, incluía al PRD, lo que justificaba el involucramiento del ex jefe de gobierno en la operación electoral y la movilización de su estructura a favor del poblano.

Además, en la coyuntura de la elección del candidato presidencial del Sol Azteca en el 2012, Moreno Valle intentó devolver el favor.

Sus relaciones con Peña Nieto, inminente candidato del PRI no eran buenas en ese tiempo y su peor escenario era que el partido eligiera a López Obrador para contender.

AMLO jamás vio con bueno ojos la política aliancista que grupos como el de los “chuchos” estaban ensayando a lo largo y ancho del país, con el objetivo de hacerse de importantes posiciones en los gobiernos y congresos de los estados.

Ya como candidato, las saboteó para las posiciones federales que estaban en juego en su segunda aventura como candidato presidencial.     

En la óptica morenovallista, un potencial triunfo de Marcelo en la interna perredista, hubiera aumentado las posibilidades de conformar una alianza anti-priista de partidos, que de ganar, lo hubiera ungido como inminente “delfín” para el 2018.

Según Rafael, el nivel de los acuerdos era tal, que Ebrard no hubiera tenido ningún problema en ungirlo.

En política hay que ser visionario, pero sumamente cortoplacista.

La dinámica que ha tomado la vida pública nacional en los últimos años sin duda lo justifica.

Los imprevistos marcan carreras y las tragedias interrumpen brutalmente proyectos, supuestamente ya amarrados.

Moreno Valle y Ebrard, son dos ejemplos muy claros contundentes, de lo inútil que resulta a veces, hacer castillos en el aire.

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