Por Alejandro Mondragón
El presidente Andrés Manuel López Obrador resolvió que en esta campaña saldrá a cazar, en lugar de permitir que sea cazado.
Es la regla máxima que define el derrotero de toda guerra y, en esta coyuntura, marcará la elección.
Con el aval del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para seguir con sus expresiones en la llamada Mañanera, López Obrador asumió que frente a todo ataque opositor recurrirá al martirologio político.
Y una vez recuperado, lanzará la estructura del poder para advertir a los mexicanos que la única forma de cambiar las cosas es mediante la Cuarta Transformación que él encabeza.
Los gobernadores de la 4T también se pondrán a tono, pues la línea será marcada en las mañaneras y se seguirá en los posicionamientos para exhibir “a los corruptos que se beneficiaron en el pasado reciente”.
El guion ni mandado a hacer. López Obrador logró lo que quería. Puso a La Mañanera como órgano de defensa de la 4T (los candidatos/as serán quienes rematen la faena electoral).
Nadie lo puede remediar. No necesita López Obrador aparecer en la boleta del domingo electoral si todos los días figura como defensor de la causa política.
El presidente cree que lo que hace está bien, porque se asume por encima de todos, como la autoridad moral de la campaña, en tanto los opositores lo ubican como un mapache más.
Por eso, AMLO hoy propone un acuerdo nacional a favor de la democracia con todos los gobernadores para evitar que nadie se meta en el proceso, se apoye a candidatos, se utilicen recursos públicos, se incurra en el relleno de urnas y se denuncie el uso del dinero criminal, claro bajo su tutela.
Nadie se va a oponer a ello, lo sabe, pues para él lo importante ya se logró: seguir en La Mañanera, desde donde fija la agenda política de este país.
Se salió con la suya.