Por Alejandro Mondragón
En el mejor momento para definir el rumbo del PAN en Puebla, el partido cuenta con el peor negociador: Marko Cortés, su dirigente.
Ocurrió a principio del 2019 con el acuerdo en principio que tenía para que se le concediera la gubernatura interina, peeeeeero Marko se durmió en sus laureles ante la 4T.
Le arrebataron la posición. Morena acordó con el PRI que fuera Don Guillermo Pacheco Pulido, cuyo nombre fue cabildeado y aceptado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Desde esa decisión comenzó a operar Luis Miguel Barbosa, ante un impávido Marko Cortés que veía como hasta sus propios diputados locales dejaban solo al PAN.
Ahora, en la resolución de la alianza opositora con el PRI y PRD, el PAN como segunda fuerza electoral, por mucho ante sus socios, negocia que una tercera parte de los distritos sean para los suyos.
El blanquiazul se quedará con 5 de los 15 distritos, lo que obligará a los panistas que por años han luchado por candidaturas a respaldar a sus adversarios priistas y perredistas.
¿Quién le garantiza a los liderazgos locales que Cortés no cederá a otras presiones para dejar en manos de no panistas las candidaturas a alcaldes/as y el Congreso del Estado?
Nadie. Los grupos empresariales de Va por México han comenzado a ejercer su influencia para no sólo lograr posiciones de interés en la Cámara de Diputados, sino en aquellos estados donde tuvieron favores políticos y económicos, durante el calderonismo y peñismo.
Eso de que repitan personajes ligados a algo que les parece rancio como El Yunque tampoco es de su interés, por lo que han comenzado a presionar por una figura ajena a ese dogmatismo.
Va por México quiere el botín del poder y comenzar a extenderse en todo el país para prepararse a la guerra total del 2024, en la que quieren quitarle todo a López Obrador y su 4T.
De ahí que hoy, en el mejor momento para que el PAN abandere la cruzada, tiene al peor dirigente en las negociaciones de poder.
Lleva dos strikes, viene el tercer lanzamiento para Marko Cortés.