Por Alejandro Mondragón
Ganar o perder las elecciones radica en qué tanto es capaz el partido y candidato en marcar la diferencia por la ruta del cambio.
Esa expectativa es lo que despierta en el ciudadano la opción de gobierno. Votar por el cambio para romper la corrupción e impunidad.
El morenovallismo, una vez en el poder, jugó siempre con seguir transformando a Puebla para evitar el regreso del marinismo en diferentes facetas. Le duró hasta el helicopterazo.
Llegó Morena en 2018 y se llevó todo con la propuesta de la Cuarta Transformación. Lo único seguro es que el país está polarizado y en el 2021 se observará el destino de la Cuatroté.
Dos encuestas publicadas ayer por El Reforma y El Universal establecen lo mismo con números. Siete de cada diez mexicanos se oponen a la reelección de legisladores y alcaldes.
Y lo más trascendente es que seis de cada diez entrevistados reclaman un cambio de partido en el gobierno para las alcaldías.
En Morena se han empeñado en jugar con el factor de la reelección para dar continuidad a la causa de la 4T. El problema es que la sociedad no lo ve así ya.
La mayoría cree que se necesita generar contrapesos al proyecto de Andrés Manuel López Obrador, pero no por la vía de las diputaciones federales, sino de los Congresos locales y las presidencias municipales.
Cinco de cada diez personas desaprueba el trabajo de los ediles y alcaldesas.
Lo que se empieza a apreciar es la construcción de dos pistas de poder por parte de los ciudadanos. La primera de seguir por la senda del gobierno de López Obrador y el Poder Legislativo. Morena tendría la mayoría federal si hoy fueran las elecciones.
La otra tiene que ver con el cambio de partido y de gobernante, con candidatos diferentes y colores distintos, en las alcaldías y Congresos en los estados.
En tanto, autoridades de Morena dándole la razón a los ciudadanos con sus enfrentamientos por el poder.
Avisados están.
