Por Rodolfo Rivera
Con la difusión de videos en los que se observa a políticos entregando o recibiendo sendas bolsas o sobres con dinero en efectivo, comienza la temporada electoral y la terrible polarización a que se llegará entre los mexicanos en las próximas elecciones del año entrante.
Los escándalos provocados por las acusaciones de Emilio Lozoya, reforzados con videos de políticos recibiendo fajos de billetes, dan un golpe demoledor en la línea de flotación de la nave panista. Y las acusaciones también terminan de destrozar el poco prestigio que le quedaba al PRI.
Nadie soporta la corrupción y al parecer los sexenios de Enrique Peña Nieto y de Felipe Calderón fueron ejemplares en el tema.
Por supuesto tendrán que venir todas las averiguaciones, pruebas, audiencias y contra audiencias para aclarar todo lo que asegura Lozoya que ocurrió. No puede quedarse todo en escándalo mediático, como tantos otros casos en los últimos años.
Pero lo que sí es un hecho es el uso electoral de estos escándalos. Las acusaciones de Lozoya, difundidas por el gobierno federal, tienen un evidente fin de propaganda negativa contra los partidos de oposición a MORENA y sus aliados. Y naturalmente, lo que se busca es que los ciudadanos abominen de los corruptos del PAN y del PRI.
Sin embargo y al mismo tiempo, la oposición tampoco está dormida. La difusión de videos en los que se ve al hermano del Presidente, Pío López Obrador, recibir también bolsas y sobres con dinero en efectivo (¿un millón? ¿más?) es la respuesta puntual de los enemigos de MORENA para escupirle en la cara a AMLO que “ustedes también son corruptos”.
O sea, videos de uno y otro bando: A mí me sobornan pero a ti también te llegó dinero que no reportaste debidamente ante la autoridad electoral.
Cochinos contra marranos, pues.
Y aquí viene el análisis. De esta videodemocracia a la mexicana.
La difusión de videos para exhibir casos de corrupción o uso ilícito de recursos nos indica una verdad irrefutable: Todos los políticos y partidos son iguales. En toda campaña electoral llega dinero en efectivo y obviamente NO se declara ante las autoridades electorales y fiscales.
El uso masivo de efectivo en este país es un fenómeno normal y extendido en todos los ámbitos. Y en el ámbito de las campañas es característica puntual y de uso generalizado por partidos y candidatos. La compra de votos y entrega de dádivas para favorecer a candidatos y partidos es un hecho de todos sabido, en cualquier día de elecciones. Y lo hacen TODOS los partidos sin excepción. Y más los que gobiernan, pues obviamente tienen más recursos.
Los videos de uno y otro bando en los últimos días confirman todo lo anterior. Pero provocan una polarización evidente entre los ciudadanos de todo el país. En redes sociales su puede observar y analizar perfectamente: Los panistas y priístas dicen que los escándalos de Lozoya y los videos son mentiras y se enojan porque los grabaron. Y por supuesto ahora gritan que los videos de Pío López Obrador son muestra de que el partido del Presidente AMLO también es corrupto.
Los partidarios de López Obrador les gritan a los panistas y priístas que son unos asquerosos corruptos y que el sexenio de Peña Nieto y Felipe Calderón fueron ejemplos de transas y corruptelas. Y que los videos de Pío López Obrador no exhiben un delito tan grave como sí lo muestran los videos de los panistas recibiendo dinero.
O sea. Ni unos ni otros van a cambiar su visión de la situación y mucho menos su sentido del voto.
Los panistas que aborrecen a López Obrador y que están por miles en las redes sociales, que de por sí NO votaron por MORENA en 2018, ahora por supuesto tampoco votarán por ese partido en 2021.
Y los lopezobradoristas, que aborrecen al PRIAN, que votaron en su contra en 2018, jamás votarán por esos partidos en 2021. Y justificarán cualquier cosa que haga su líder o miembros de su familia (ya lo perdonaron en 2004 cuando aparecieron los videos de Bejarano guardando dinero que le daba Carlos Ahumada).
Millones de mexicanos aborrecen a López Obrador. Pero otros millones lo defienden y haga lo que haga jamás estarán en su contra. La polarización en su máxima y pura expresión.
Y así terminará este año y comenzará 2021. Con una polarización electoral extrema. Es nuestra llegada inevitable a los estándares democráticos latinoamericanos, en donde hay países que cambian de presidente cada uno o dos años, donde ex Presidentes van a la cárcel, donde han gobernado todos los partidos y extremos posibles. Y donde los niveles de pobreza y hartazgo por la inseguridad y la pandemia, provocan que los ciudadanos aborrezcan a todos los partidos y políticos en general.
La alternancia democrática comenzada en el año 2000 en México, veinte años después, está sumamente deteriorada.
Pero mientras siga siendo con votos como enfrentemos nuestras diferencias todo está relativamente bien.
Todo el siglo XIX y las dos primeras décadas del XX las diferencias políticas se resolvieron a balazos. ¿A poco queremos regresar a eso?