Por Jesús Manuel Hernández
En el debate de liberación de videos comprometedores donde resultan involucrados personajes del pasado con trascendencia al presente, hay, por desgracia, opiniones divididas, cuando la sociedad mexicana, toda, debía asumir el reto de entrar en una verdadera catarsis política y social.
Durante muchos años los mexicanos hemos culpado al gobierno de los problemas sociales y económicos; después lo hicimos de su complicidad con la impunidad del crimen organizado y la justicia con sesgos.
Los políticos de la postmodernidad mexicana se mantuvieron y compartieron el poder gracias a un elemento que los amalgamaba, que servía de punto de unión: la corrupción, en todas sus dimensiones y con todas sus consecuencias.
El pueblo quería un cambio y apareció Luis Donaldo Colosio, frustrado candidato presidencial seguramente anulado por los intereses al interior del sistema.
Luego de la transición de Ernesto Zedillo, los mexicanos optaron por un cambio de ideología y de estilo en la administración pública pensando que el PAN sería diferente, y quizá el verdadero panismo sea diferente, pero sus cuadros fueron cooptados por intereses ajenos a la ideología del bien común y el mismo sello de corrupción que aparecía en el sistema tricolor, se continuó en el blanquiazul, matizado a veces, exagerado otras.
Tanta deshonestidad hubo en el PRI como en el PAN, a nivel nacional y en el Estado de Puebla con el morenovallismo, su ansia de poder cegó a los dirigentes que por mantenerse en él fueron capaces de caer en el abismo de la corrupción, la compra de votos, el cochupo, los negocios con el dinero público, las concesiones a empresarios afines, etcétera, sólo cambiaron las siglas y los apellidos, pero el país siguió llenándose de mierda.
Los psicoanalistas dicen que para superar determinados momentos de la vida del ser humano es necesaria una experiencia que denominan “catarsis” método por el cual se liberan las emociones negativas del pasado, los traumas y pulsiones reprimidas por la escena vivida.
Otras recomendaciones de los terapeutas son la actitud de “soltar”, dejar partir el pasado, dejar de aferrarse al daño, a los objetos, a las pertenencias, a los roles; y entonces recomiendan “cerrar ciclos” para iniciar una nueva experiencia de vida.
Lo que está experimentando el gobierno de López Obrador quizá pase por estos escenarios donde el mal es relevado por la aceptación de la culpa, donde el poder es sentado en el banquillo y sometido a juicio popular porque quien manda, quien mandaba, se olvidó del pueblo, un asunto que los franceses han experimentado desde 1789, y que la Revolución Mexicana no acabó por cerrar el ciclo y los vivales se montaron en los viejos principios nacionalistas y revolucionarios y metieron al país en el tobogán del neoliberalismo, donde lo importante es el goce del placer del poder y del dinero.
Lo que salga, cierto, o cercano a la realidad, de las revelaciones de videos, de aquí y de allá, de dentro y de fuera, donde se ven afectados grupos políticos con diferencias en la ideología y el método, no debe ser nada despreciado por los ciudadanos.
Quizá de esta acción, los ventiladores sociales, levanten toda la mierda, la esparzan y acaben por envenenar a quienes se han hecho inmensamente ricos y poderosos montados en la democracia y abusando del pueblo.
O por lo menos, así me lo parece.
