29-03-2024 08:54:34 AM

El lado inhumano de la Beneficencia Española

Por Alejandro Mondragón

 

Hospitales privados, como La Beneficencia Española, están ocupados más en el negocio del coronavirus que en la salud de los pacientes y el apoyo a las familias.

 

El gobernador Luis Miguel Barbosa, una y otra vez, insiste en la solidaridad de los hospitales privados, pero por lo visto La Beneficencia hace su agosto en plena pandemia.

 

El 11 de mayo ingresó una persona de 46 años al área de urgencia del nosocomio, como probable caso de Covid-19.

 

Ahí se quedó sin que la familia recibiera la información sobre el estado de salud de quien ya había sido ingresado al pabellón de los contagiados.

 

A la persona le practicaron dos pruebas de Covid-19 las cuales salieron negativas, pero la familia anda desesperada por la cuenta a pagar a la Beneficencia Española. Al 18 de mayo ya sumaba 240 mil 635 pesos.

 

Peeeero para el 21 de mayo se debían 355 mil pesos, los cuales si no son cubiertos, entonces se amagó con trasladar al paciente a otro lugar, sin especificar dónde.

Antes, el 19 de mayo le habían realizado otra prueba de Covid-19 al paciente, la cual salió positiva. La familia acudió al área de trabajo social de La Beneficencia, pero resulta que ésta no existe, con la advertencia que si no pagan todo se enfrentarán a sus abogados, quienes –dicen- son los mejores.

 

Quebrada, la familia busca un espacio en algún hospital público, el médico pide que primero paguen. Depositen 200 mil pesos y además les piden facturas de autos o escrituras en garantía. Sólo así se autorizaría el traslado.

 

El problema es que no hay lugar en hospitales públicos. El paciente se encuentra intubado y su situación es delicada, amén que teme la familia se haya contagiado en La Beneficencia, puesto que antes se le hicieron dos pruebas que resultaron negativas.

 

El médico le cobró a la familia 13 mil pesos aparte y los amenazó con suspender el tratamiento.

 

La mamá del paciente a sus 70 años tiene que pagar ante las amenazas.

 

Mientras los espacios en los hospitales públicos están cerrados, en los privados, La Beneficencia exhibiendo su peor lado, el inhumano.

 

En tanto, el paciente sigue intubado, con apoyo de ventilador mecánico en fase III, hemodinámicamente inestable.

 

Y la familia entregando su patrimonio, mediante amenazas.

 

Vaya caso.

 

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