Por Alejandro Mondragón
La receta ideal para el desastre está ya en el horno, en plena pandemia por el coronavirus.
Todos andan en rebeldía. Les vale madre.
Los gobernadores en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, porque creen que miente ante la crisis.
El mandatario federal contra los conservadores que también está seguro lo pretenden derrocar.
Los ediles y alcaldesas en contra de los gobernadores con la instalación de cierres de calles y, en algunos lugares, impusieron el estado de sitio.
Los empresarios en contra del gobierno federal porque se niega a darles lo que le reclaman: apoyos fiscales.
Los trabajadores protestan ante la reducción de salarios, en el mejor de los casos, pues en el peor los mandan a quedarse en casa sin un peso en la bolsa.
Los comerciantes que ya no aguatan más el cierre de sus negocios.
Los padres y madres de familia que no se quedan en casa, porque están más preocupados en que si habrá servicio médico cuando se enferme.
El aislamiento social hasta ahora ha resultado ser el mejor antídoto para evitar contagios.
Y hasta las televisoras, como TV Azteca, que irresponsablemente pidió a sus televidentes no hacerle caso a la política sanitaria del gobierno ante el coronavirus.
Todos, todos contribuimos para que se cumpla el peor de los pronósticos.
Nadie asume su responsabilidad, porque la necedad vale más que la salud. Todos salieron expertos en coronavirus, pero pocos resultaron con sentido común.
Lo vamos a lamentar.