Por Valentín Varillas
Otra vez, como pasó en el 2018, en las elecciones intermedias del 2021, el presidente de la República va a ser factor.
Aunque ya no aparezca en la boleta, la evaluación particular que cada uno tenga de lo que ha sido su gobierno, impactará directamente en el sentido del voto.
Más ahora, en tiempos de pandemia.
De qué tan bien o qué tan mal salga librado el país, dependerá el desempeño de Morena y sus aliados electorales.
Y el panorama luce complicado.
Además de la emergencia sanitaria, que hasta ahora representa un enorme signo de interrogación en términos de número de infectados, decesos y capacidad de respuesta del sistema de salud público nacional, el impacto de la crisis económica mundial impactará durísimo al país.
El peso mexicano es ya la moneda más devaluada en el mundo.
Y lo que falta.
En medio de este complicado contexto, el gobierno federal decide cancelar la instalación de una planta cervecera en el norte del país a través de una de sus famosas “consultas populares”, con apenas la participación del 5% del total de personas registradas en el padrón electoral.
Las señales para los potenciales inversores en el país, no pueden ser más malas.
Por eso, los oscuros nubarrones de la recesión económica traen el potencial de afectar a todos los niveles sociales.
Sobre todo a los más necesitados, aquellos que son tan nombrados en el discurso oficial y los que en teoría son la prioridad absoluta del actual jefe del ejecutivo federal.
No, el panorama no luce nada bien.
De concretarse los peores pronósticos, el tema AMLO jugaría en el 2021 en el sentido opuesto a como jugó en el 2018.
Lejos de ser un impulsor de los candidatos de Morena, podría llegar a convertirse en un lastre.
Y es que, la popularidad del presidente presenta ya una constante tendencia a la baja.
Encuestas publicadas por medios nacionales ubican en doce, las semanas en donde su aprobación se ha ido en picada.
En el caso de Puebla, este efecto podría tener un mucho mayor peso específico en la determinación de ganadores y perdedores, por la baja aceptación ciudadana que tienen los gobiernos municipales emanados del Movimiento de Regeneración Nacional.
Esto se vio reflejado, con toda contundencia, en los resultados de la elección extraordinaria del año pasado.
Sin embargo, no se trata de una condena fatal.
No todavía.
Si contra todo pronóstico, México logra sortear con éxito la emergencia médica y económica que se avecina, los bonos del jefe del ejecutivo federal subirán como la espuma.
Otra vez.
Y entonces, a través de esa insólita alineación de los astros, muchos se colgarán de nuevo de la figura presidencial y en ella depositarán, otra vez el derrotero de su futuro político a corto plazo.
Porque créame, para muchos aspirantes a un cargo de elección popular, es la única opción que tienen para competir.
Por ellos mismos, jamás lo lograrían.