26-04-2024 06:41:38 PM

Pactos rotos, efecto boomerang

Por Valentín Varillas

 

La política poblana se sacudió al principio del sexenio de Rafael Moreno Valle, con el encarcelamiento de Alfredo Arango, ex Secretario de Salud en la administración de Mario Marín.

Era la primera vez que se rompían aquellos pactos de impunidad que caracterizaron siempre los períodos de transición entre gobiernos.

Las reglas no escritas, pero elementales del juego democrático local, habían sido destrozadas por el primer jefe del ejecutivo supuestamente emanado de un partido político distinto al PRI.

La intención era muy clara: ganar credibilidad, mostrando congruencia entre lo que se dijo en campaña y lo que se hacía ya como gobierno.

Era una cuestión absolutamente mediática, un gran show.

La supuesta cruzada en contra de la corrupción marinista no fue más que una gran puesta en escena, en donde ambas partes eligieron a un buen chivo expiatorio.

Un personaje absolutamente negociable, prescindible, que no era parte del círculo íntimo, del núcleo cercano, de la famosa “burbuja”.

Paralelamente, se iniciaron montajes legales en contra de otros perfiles que tuvieron distintas responsabilidades en la administración pública en aquel tiempo.

El más sonado, el de Javier García Ramírez, supuestamente buscado por cielo, mar y tierra por la Interpol desde hace casi nueve años, pero que en los hechos sigue gozando plenamente de su libertad.

 

 

En ninguno de los demás procesos hubo consecuencias legales para los supuestos involucrados.

Tampoco sentencias condenatorias que demostraran que eran culpables de los delitos de los que se les acusaba.

Sin embargo, con el encarcelamiento de Arango, había sido suficiente para dejar un antecedente concreto.

Y a partir de ahí, cualquiera podía sufrir la misma suerte.

Con o sin elementos y sin importar el nivel de jerarquía, poder o influencia.

El demoledor efecto boomerang  ya impactó a la línea de flotación de lo que queda del morenovallismo.

Ejercer un poder prácticamente absoluto y durante tanto tiempo, les nubló el sentido común.

No entendieron la dinámica básica, elemental de la política, aquí y en China:

“Todo lo que sube, tiene que bajar”.

Y mas vale que te prepares para cuando llegue el inminente bajón.

Las reglas han cambiado, los alcances de los pactos también.

Quienes están ahora en lo más alto de la política y el servicio público tienen que asimilarlo en su actividad diaria.

Entenderlo muy bien.

Repasar obsesivamente que las mieles del poder son muy dulces pero efímeras.

Que tienen fecha de caducidad y que una vez que esta llega, el néctar se vuelve amargo y sabe a hiel.

“Nada es para siempre”-una máxima elemental para la vida, que los políticos de plano no digieren.

Peor para ellos.

 

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