Por Abel Pérez Rojas
La comunicadora, activista y docente Elda Ruiz Flores, se encuentra muy delicada de salud y en una situación de extrema pobreza, y todo debido a una enfermedad que la ha ido menguando hasta reducirla a la incapacidad total y, por otro lado, una maraña burocrática que la tiene sin percibir un solo centavo de la plaza adscrita a la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), unidad 211 en la ciudad de Puebla.
Aquí parte de su trayectoria y de manera muy breve su situación.
Elda Ruiz es un referente en el periodismo de México por ser una de las comunicadoras que más amplia y profusamente ha documentado fotográficamente la evolución del movimiento lésbico gay transexual y transgénero (LGBT), particularmente en el estado de Puebla.
A lo largo de casi treinta años dedicados a dicha labor, Elda ha recibido múltiples reconocimientos por su contribución en hacer visibles los derechos humanos, en particular los derechos sexuales, muy especialmente de quienes han tenido que vivir por lo mismo en la clandestinidad.
Hasta hace unos años, además de laborar en el área de difusión de la UPN, unidad 211, Elda era una mujer ocupada en la mejora de la comunidad.
Sin embargo, hace poco más de cinco años Elda inició con una serie de síntomas por los cuales empezó repentinamente a perder el equilibrio, la coordinación verbal y la memoria.
A partir de entonces, Elda se ha caído en innumerables ocasiones, motivo por lo cual tiene que usar casco de ciclista y ya no puede valerse por sí misma.
En diciembre del año 2015 te platiqué en mi artículo “El casco amarillo de Elda Ruiz”, las medidas que tuvo que empezar a adoptar para no perder la vida en una de tantas caídas y para no extraviarse debido a la pérdida de memoria.
Por si fuera poco, en diciembre del 2016, Elda y Cecilia Cordero, fueron asaltadas mientras abordaron un taxi en la ciudad de Puebla, el asalto acabó en una brutal golpiza que les tuvo varios días hospitalizadas.
Fue de tal tamaño la agresión, que en aquella ocasión los asaltantes dejaron de golpearlas porque pensaban que ya estaban muertas.
Después de que hace cinco años presentó un segundo evento cerebral, Elda recibió un mal diagnóstico médico de parte del ISSSTE, su salud fue minando al grado de tener disautonomía, ceguera, deterioro cognitivo mayor, memoria a corto plazo y hace dos años le colocaron un marcapasos.
El pasado 4 de enero del año en curso, Elda cumplió cincuenta años, y su viacrucis no termina, se ha agravado y está a punto de que se vuelva peor.
Hace cerca de un año el ISSSTE al fin la pensionó, pero mientras avanzaba el proceso y tomaban una decisión final, sus licencias médicas seguían avanzando.
Actualmente en la Secretaría de Educación Pública no firman su baja, hasta que pague 157,000.00 pesos debido a las incapacidades que recibió y que a decir de esa dependencia no debió de haber percibido.
Elda Ruiz no se niega a pagar dicha cantidad, pero no puede cubrirla sin recibir su pensión.
Ella a propuesto que le vayan descontando dicho monto de su pensión, pero, ya sea por desconocimiento o por falta de decisión de las autoridades, su situación se encuentra en un tortuoso congelamiento que podría agravarse debido a la progresión de su deterioro físico y mental, así como a que la invalidez permanente tiene una vigencia de dos años.
De vencerse la vigencia, tendría que retomar nuevamente el trámite desde el inicio.
Pese a tocar distintas puertas, tanto en el ámbito federal como estatal, y después de que se aclarara que corresponde a las autoridades estatales concretar el proceso de jubilación, a la fecha nadie le ha resuelto nada y sólo han sido largas y más largas.
No se trata de que le regalen a Elda nada de lo que no corresponda a su derecho, de lo que se trata es de que se tome una decisión ejecutiva para concluir su proceso de jubilación y un acuerdo para que ella pueda ir solventando el monto que a decir de la SEP no debió de haber recibido.
Aquí tiene el gobierno del licenciado Luis Miguel Barbosa Huerta, una excelente oportunidad para dar una muestra más de que su prioridad es humanista por encima de las cuestiones burocráticas engorrosas.
La situación y brillante trayectoria de Elda lo amerita.