Por Alejandro Mondragón
El 2020 es el año clave para que Morena logre el estirón y se convierta en opción de gobierno en Puebla.
Se dice fácil. No ha sido sencillo para este partido convencer en el ejercicio del poder que representa lo que el pueblo quiere.
Tiene la izquierda morenista 12 meses para atender, convencer, proponer, entregar buenos gobiernos, luego de los yerros y gazapos que vivimos los poblanos en todo 2019.
Es un año no electoral, pero sí un periodo para marcar diferencias de estilos, saber hasta dónde llegará la relación entre el gobierno estatal y los ayuntamientos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dejó en claro que si no se apuran, los logros de la Cuarta Transformación no van a llegar y, con ello, habrá desencanto social.
Si en el ámbito federal, el super delegado Rodrigo Abdala está en el ojo del huracán, con el arranque del 2020, ahora imagínese la presión que habrá hacia el gobernador Barbosa y las alcaldes y ediles morenistas.
Las ocurrencias, estridencias y arrogancias parecen ser las tres cosas que no tendrá cabida en este 2020 en el esfuerzo de gobierno de Morena.
La oposición espera cualquier resbalón para atacar y exhibir a un partido como Morena que en el poder se divide y destruye. Incapaz de gobernar, pues.
A remar contra corriente, sólo con la ventaja que brinda ejercer el presupuesto con tiros de precisión y no más escopetazos que acaban en subejercicios presupuestales onerosos.