Por Alejandro Mondragón
¿Quién será la Carmela Vargas de la alianza PRIAN para la alcaldía de Puebla o el nuevo Varguitas?
Esta pregunta se responde cuando la realidad supera la ficción.
La oferta de Marko Cortés, líder nacional panista, a priistas y antorchistas para conformar un frente amplio contra la Cuarta Transformación refleja, sin duda, desesperación.
Ya la dirigencia priista se declaró lista para participar en una alianza con los panistas, impensable en otros momentos históricos.
Usar los malos gobiernos de Morena como arma electoral luce atractiva en lo coyuntural, pero en lo estructural desluce, porque la corrupción que empieza a flotar en el inodoro de la política poblana salpicará a todos aquellos que directa o indirectamente fueron corresponsables.
Unos por acción, los más por omisión.
¿Quién querrá a los antorchistas con el control de la obra pública?
Por donde se analice, el escenario de la alianza PRIAN parece más que trágico, cómico.
Lo que Marko Cortés plantea parece más bien utilizar a Puebla como laboratorio de todos unidos contra la 4T, con un proyecto de largo alcance para el 2024 con la candidatura de José Antonio Meade, respaldado por panistas, tricolores y demás rémoras.
Los panistas, eso sí, han identificado que el gobernador Luis Miguel Barbosa es quién más se asemeja a lo que pretende Andrés Manuel López Obrador, de ahí que Puebla siempre esté en los grandes eventos.
