Por Alejandro Mondragón
De las cosas que se han encontrado -en la revisión al pasado- aparece la compra de un clonador para espiar por 15 millones de pesos en el año 2014.
El equipo de origen israelí es la hora que anda extraviado, desapareció. Nadie sabe, nunca se supo, pero la partida presupuestal ha sido rastreada.
El costo neto de la compra ascendió a 14 millones 999 mil pesos. El sistema contaba con funciones propias de un clonador, a través del programa Hunter.
La particularidad de este sistema no fue sólo de clonar el número telefónico con llamadas entrantes y salientes, sino de extraer la información tanto de la SIM como de la memoria interna del móvil (contactos, mensajes y archivos guardados).
El programa Hunter fue utilizado legalmente en Puebla por la Procuraduría General de Justicia y la 25 zona militar, revelaron fuentes de inteligencia federal, quienes precisaron que sirve para combatir a la delincuencia organizada.
Salvo que la compra del nuevo equipo de espionaje Hunter haya sido en efectivo y su operación en la ilegalidad, es difícil justificar la adquisición desde el punto de vista presupuestal.
Otra característica del equipo de espionaje fue que sirvió para triangular la posición del GPS del teléfono, de tal forma que en tiempo real se podían determinar su ubicación y movimientos del objetivo.
Tenía restricciones para interceptar o extraer las aplicaciones Whatsapp o Telegram, debido a la multiplicidad de registros diarios en dichas plataformas.
Los mismos fabricantes o responsables de las aplicaciones carecen de un histórico acumulado, lo que significa que su temporalidad en bases no es mayor a dos días.
Este programa tenía un costo fijo elevado, pero sustituyó las rentas mensuales que pagaba el gobierno de Puebla por número clonado (60 mil pesos, en promedio) que se incrementaba conforme se especializaba el proceso. Por ejemplo, el alquiler para infiltrar al mes un equipo es de 90 mil pesos.
Con el Hunter se ubicaba en tiempo real a ciertos personajes con un teléfono móvil en territorio nacional y en todas las redes de telefonía, incluído roaming.
Contaba con un robot de búsqueda que alertaba cuando se encendía un teléfono y se conectaba a una red GSM; también avisaba cuando el objetivo entraba o salía del país o de un radio que se trazaba en un mapa electrónico.
Si el personaje espiado apagaba el teléfono, este aparato daba a conocer la última posición registrada en la red GSM y alertaba cuando cambiaba el status.
De acuerdo con sus especificaciones, el geolocalizador adquirido resultaba ideal para seguimientos y persecuciones, pues tenía una función que permitía graficar las horas, movimientos y rutas de una persona durante días, lo que ahorraba las costosas vigilancias físicas.
El equipo contaba con una aplicación encriptada que puede instalarse en teléfonos móviles de altos funcionarios, para que pudieran seguirlos en tiempo real, pero a su vez ser espiados.
El geolocalizador podía dar seguimiento a más de un objetivo en forma simultánea y permitía reconocer con anticipación cuando dos o más personas vigiladas se iban a reunir.
Esta tecnología la opera Verint Technology Inc., establecida en México desde 2006 con el nombre de Verint Systems. Nació como filial de Comverse Technologies, fundada en 1982 por tres ex miembros de la secreta Unidad 8200, la sección de élite en tecnologías de inteligencia del ejército israelí.
PROGRAMA HAWK
En Puebla, operó un programa denominado HAWK para aparatos de radio de acción de hasta 5.2 kilómetros a la redonda, de tal forma que su utilización fue para nidos específicos de acuerdo con objetivos con una particular rutina.
Está claro que entre más sencillo es un equipo telefónico más difícil es de ser clonado o detectado, por lo que el móvil más discreto fue aquel que no utiliza GPS, bluetooth, internet, Facebook, twitter ni acceso a wi-fi.
Pues esta joyita anda desaparecida y las labores de rastreo están en marcha.
Si alguien sabe algo se puede comunicar a la nueva Secretaría de la Función Pública.