18-03-2024 08:28:02 PM

Cuatro sexenios, a salto de mata

Por Alejandro Mondragón

 

Para entender buena parte del desencuentro entre sociedad y gobierno, nada más hay que recapitular los últimos 5 sexenios con sus gobernantes.

 

Cuatro de 5 andan a salto de mata. Impresentables todos, uno por omisión.

 

Mariano Piña Olaya (1987-1993). Señalado como el mandatario más corrupto y cínico que haya tenido Puebla en la época donde el descaro era política pública. Después de dejar el cargo jamás se le volvió a ver, tras una rechifla que recibió en un restaurante de La Paz cuando pretendía comer.

 

Manuel Bartlett Díaz (1993-1999). Gobernó con mano dura. Se distanció de sectores importantes de la sociedad. Regresó a Puebla, dos veces como senador, pero ahora se le acusa de enriquecimiento en el ejercicio público. Disponer de una fortuna en bienes y empresas, al amparo de la familia. Es investigado por la Secretaría de la Función Pública, en su papel de director de la Comisión Federal de Electricidad. Donde aparezca se enfrenta al tema y ni el chu chu chu lo salva del escarnio.

 

Melquiades Morales Flores (1999-2005). Es la excepción de la regla de los sexenios a salta de mata. Todavía reaparece en la vida social poblana. Se pasea por las calles, sin recibir mentadas de madre. No lo persigue el desdoro. Por algo, en el PRI lo miran como carta para la alcaldía de Puebla en 2021, donde seguramente concluiría su trayectoria política.

Mario Marín Torres (2005-2011). Envuelto en el escándalo de las grabaciones con el empresario Kamel Nacif contra la periodista Lydia Cacho, el mandatario eclipsó su sexenio de principio a fin. Pudo más la vox populi que la verdad jurídica. La sociedad lo condenó y, ahora, la justicia federal lo persigue. Es oficialmente un prófugo.

 

Rafael Moreno Valle (2011-2017). Cuando más poderoso se sentía, con dinero, relaciones políticas, un proyecto presidencial en formación para detener la 4T, murió. Su legado hoy cuestionado, señalado, su obra quedó reducida a cenizas. Los suyos perseguidos o entregados.

 

Se trata de cuatro sexenios, 24 años de poder en una silla maldita para quienes se sentaron en ella a gobernar Puebla.

 

Los ex mandatarios que quisieron pasar a la historia como los mejores, acabaron como los peores. Historias de horror y terror se han escrito de cada uno, lo cierto es que espero que no aplique aquí la frase:

 

“Tenemos los gobernantes que nos merecemos”.

 

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