Por Alejandro Mondragón
Al cuarto de máquinas de la 4T en Puebla tendrán que meterse de lleno el presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobernador Luis Miguel Barbosa y, seguramente ediles y alcaldesas de la zona metropolitana.
Durante la visita presidencial de 2 días en la entidad, el tema de la seguridad se puso en la agenda como prioridad número uno.
Se evaluarán y revisarán las acciones contra la delincuencia, cuyos resultados favorables no llegan y las decisiones que no se tomen ahora, serán nefastas para la Cuarta Transformación a un año de arrancar el proceso electoral intermedio.
Jalón de orejas, golpe de timón, limpieza de todo el sistema y, lo más importante, es que el presidente dejará en claro que el responsable de la estrategia y medidas será el gobernador Barbosa.
Los ediles y alcaldesas serán sometidos a lineamientos, por lo que inevitablemente rodarán cabezas en sus gabinetes.
Un año después de ocupar el cargo, la 4T no ha sido lo que se esperaba, las autoridades sólo ocupadas en fotos y frivolidades que nada tienen que ver con el reclamo número uno en Puebla: alto a la inseguridad.
De ahí que el control de la estrategia recaerá en el gobernador y su equipo, pero no nada más lo relacionado con las policías, sino con las acciones de política social que se requieren para las comunidades.
Aquí se observará lo rebasado que se encuentra el super delegado federal, Rodrigo Abdala, el sobrino sentimental y cómodo del magnate Manuel Bartlett Díaz.
La gira que después del tema de la inseguridad y la clásica mañanera seguirá en la Sierra Norte y un día después en la Mixteca, también reflejará que más allá de los actos oficiales la 4T está muy lejos de lo esperado.
López Obrador y Barbosa ya saben lo que se juegan en Puebla para el 2021, de ahí que asuntos como el congelamiento de la discusión del aborto y matrimonios igualitarios sirvan más para la reconciliación con la Puebla conservadora que también vota.