25-11-2024 04:12:52 AM

¿Provocación?

Por Rocío García Olmedo

 

¿Qué hubiera ocurrido si desde el mismísimo momento en el que se detecta el incremento y/o la presencia de muchos más tipos de violencias en contra de las mujeres, las autoridades de cualquiera de los niveles de gobierno, hubieran echado mano de los estudios, investigaciones, indicadores, protocolos, ya elaborados? De los Tratados Internacionales que como país hemos suscrito, y dar el primer paso: Reconocer que la violencia de género tiene una raíz estructural.

Tal vez si eso hubiera ocurrido, las instituciones públicas pero también las privadas, hubieran asumido la responsabilidad del importante papel que desempeñan, tanto en su producción o (re) producción y su legitimación y la hubiesen abordado de manera seria tanto en los espacios educativos, los laborales y hasta en los familiares.

Sin dejar de reconocer algunos avances dispersos, en lugar de ello, con la misma velocidad con la que se incrementa la diversidad de delitos en contra de las mujeres; conocemos de violaciones a los debidos procesos, de manipulación en las investigaciones, de re victimización de las víctimas o su conversión a victimarias; si denuncian, se pone en duda lo declarado por las víctimas, si no se denuncia, se sigue naturalizando las violencias. Y hemos sido testigos/as de las complicidades, impunidad y corrupción que permean en las investigaciones relativas a cualquiera de los tipos de delitos cometidos contra mujeres, hasta llegar al momento actual: Un clima generalizado de violencia.

¿Cuántas mujeres son acosadas, hostigadas, drogadas, vejadas, abusadas, ultrajadas, violadas, desaparecidas o asesinadas? Muchas veces ni siquiera contamos con cifras oficiales.

¿Cómo en  otras épocas las mujeres exigían sus derechos? ¿Es una provocación a las autoridades realizar protestas para exigir derechos? No lo creo.

La protesta es un derecho que tenemos la ciudadanía cuando queremos visibilizar la ineficacia de las autoridades para atender un problema que se ha desbordado: la Violencia en contra de las Mujeres.

Es cierto, una línea muy delgada, casi imperceptible, hace la diferencia con una protesta que se sale de control; sin embargo algunos números nos remiten al origen de las manifestaciones que hemos visto en los últimos tiempos en nuestro país y en el estado de Puebla.

En datos de ONU-Mujeres cada día mueren 9 mujeres, 6 de cada 10 enfrentan incidentes violentos diversos, 41.3% de mujeres han sufrido violencia sexual. El Sistema Ejecutivo de Seguridad Nacional de la Secretaria de Seguridad Pública (SESNSP) documenta que durante el primer semestre de este año, se han presentado 11 mil 691 casos de abuso sexual, 1 mil 976 de acoso, 98 mil 258 de violencia familiar. Y qué decir de los altos niveles de muertes maternas, o la falta de acceso a nuestros derechos de salud sexual y reproductiva.

Puebla ocupa el primer lugar en violencia familiar, 7 de cada 10 mujeres son víctimas de cualquiera de los tipos de violencias, se han registrado más de 50 feminicidios durante el 2019, tenemos declarada una Alerta de Violencia por razón de Género en 50 municipios del estado.

En todo, mayoritariamente nos enfrentamos a la falta de respuestas institucionales.

Por eso no coincido con las voces que señalan que cuando las mujeres protestan, -desde sus diversas formas-, es una provocación para las autoridades. No lo creo. Lo que sí creo es que el repudio, el hartazgo ha llegado a un momento muy delicado.

Por ello las autoridades federales no deben continuar aislando esta problemática al considerarla como  “un mero tema de mujeres”, porque no es así.

Las instituciones de los tres niveles de gobierno, no son y no deben comportarse como simples espectadoras o testigos de la violencia o retomarlo solo cuando se presenta un reclamo; todas las Instituciones harían bien  -como lo sostiene Lucía Núñez- en “ (…) diseñar una estrategia integral, que promueva cambios estructurales y ponga en el centro las políticas de prevención y reparación, las cuales además, estén encaminadas a modificar las relaciones de poder en los diversos ámbitos eliminando la segregación por sexo, tanto horizontal como vertical (…)”

Porque lo que se exige en estas manifestaciones son respuestas institucionales. Se exige ser escuchadas. Se exige que las complicidades, corrupción e impunidad no sigan provocando que los crímenes se queden sin castigo. Este es el reclamo de millones de mujeres y este es el origen del enojo acumulado.

Aún por encima de que los actos vandálicos son reprobables. Bien se ha dicho: En estas manifestaciones no estamos reproduciendo las violencias a la que nos enfrentamos las mujeres, porque no es la misma, nosotras no estamos matando, ni violando…

¿Es una provocación a las autoridades realizar protestas para exigir derechos? No lo creo.

 

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