Por Jesús Manuel Hernández
Algunos pudieran pensar que la carta de Germán Martínez al Consejo Técnico del IMSS es exagerada, incluso que es una forma de evadir su incapacidad para enfrentar el cargo.
Nada de eso. Martínez ha dado una muestra de ética y congruencia en su pensamiento político y como funcionario y puesto el dedo en la llaga en un asunto que pocos de los colaboradores de la Cuarta Transformación se atreven a hacer.
Desde el inicio del gobierno los especialistas han notado que dos áreas de la Presidencia tienen apreciaciones obsoletas, una en Hacienda y la otra en Comunicaciones y Transportes.
La carta de Germán Martínez es contundente. Baste citar estos dos párrafos:
“Cualquiera que se asome al debate sobre salud en Europa o vea lo que hizo el gobierno federal anterior, verificará que los funcionarios conservadores, neoliberales, controlan el gasto en servicios de salud pública, mientras que los gobiernos progresistas inspirados por la justicia, buscan ampliar cobertura y calidad inyectando más presupuesto.
“Ese control del gasto tiene dos consecuencias fatales: una directa para el IMSS: pasillos de espera llenos de personas adoloridas y mal trato o retraso en la atención a pacientes; y un segundo efecto indirecto todavía peor: el fortalecimiento de los servicios de salud privados, que ocasionará mayor ´gasto de bolsillo´ de las familias cuando sus seres queridos tengan un padecimiento”.
Martínez ha lanzado no una bola ensalivada, para quienes entienden de baseball, ha sido una recta con mucha fuerza, bien dirigida al centro del home y en la caja de bateo está el Presidente.
Quizá se espere una intervención personal, para no dejar ir a Germán Martínez, o quizá empiece a minar la influencia de Carlos Manuel Urzúa en el manejo del dinero que finalmente debe ser usado en beneficio de los mexicanos. Porque bien lo dice López Obrador, primero los pobres, y los pobres necesitan medicinas no recortes.
O por lo menos, así me lo parece.
