Por Jesús Manuel Hernández
Varios han sido los intentos de los residuos del morenovallismo, personificados en Pablo Rodríguez Regordosa, de quien por cierto el difunto gobernador no tenía la mejor de las apreciaciones, para influir en la candidatura de la gubernatura de Puebla en la elección extraordinaria.
La semana pasada el presidente del comité municipal del PAN anunció que Ana teresa Aranda no estaba siendo considerada por su partido para la candidatura a gobernador.
Muy cierto, el PAN estatal debe sujetarse a los estatutos, Genoveva Huerta sólo puede junto con su consejo proponer las precandidaturas al CEN debido a que desde tiempo atrás fue el Consejo Nacional el que se reservó el derecho para elegir candidato a la elección extraordinaria de Puebla bajo el método de “designación”.
Por tanto, la terna llevada al CEN no es la definitiva debido a que según el Artículo 92 la Comisión Permanente nacional debe recibir la solicitud de los ciudadanos no militantes del partido de manera directa y no a través de las representaciones estatales.
La fecha límite para registrarse para no militantes fue el pasado 1 de marzo. Por ello, Héctor Larios, en su carácter de Secretario General PAN envió a Genoveva Huerta el oficio 030/2019, el pasado 28 de febrero, para notificarle las providencias asumidas por el partido a fin de tener candidato en Puebla.
El documento explica ampliamente el proceder y advierte que de ser rechazadas las propuestas estatales se permitirá una nueva propuesta, pero eso no significará que sea el consejo estatal el que decida la candidatura.
Con ello toma forma la idea de que, a Ana Tere Aranda, le han buscado del CEN del PAN para saber si tiene interés en participar y como es de todos conocido, la ex militante se inscribió en tiempo y forma y empezaron a darse apoyo en redes sociales bajo la frase #AnaTereGanaPuebla.
Todas las propuestas están en manos del CEN y la Comisión Permanente tomará la decisión el lunes 4 de marzo por la tarde.
Se trata sin duda de la última llamada para el panismo de recobrar prestigio y demostrar que duele más el pellejo que la camiseta.
O por lo menos, así me lo parece.
