Por Alejandro Mondragón
La última comunicación entre Luis Miguel Barbosa y la alcaldesa Claudia Rivera ocurrió en plena transición municipal.
Los desencuentros en campaña se fueron convirtiendo en afrentas que hoy resultan insuperables para ambos.
Barbosa pidió posiciones en el Ayuntamiento que estaba por conformarse, en particular solicitó que Rivera Vivanco dejara en el cargo del secretario de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, a Manuel Alonso.
Sí, el mismo que operó en la gestión de Luis Banck. La alcaldesa ignoró su petición y se fue con la suya. A Alonso lo tuvo como asesor unas semanas para después alejarse de él.
Con la vuelta de la vida política que sufrió Puebla, tras el helicopterazo, ahora reaparece Alonso en el gobierno interino de Guillermo Pacheco Pulido, como secretario de Seguridad Pública en el estado.
Con su llegada, Barbosa tiene el control de la estructura de la gobernabilidad en Puebla: Gobierno, Finanzas y Seguridad.
¿Qué más puede pedir?
Y es que en la Secretaría General de Gobierno se encuentra Fernando Manzanilla para desmantelar las redes de poder. Es uno de los más cercanos y leales a Barbosa.
En Finanzas, apareció una alianza que se cocinó durante el vacío político que se registró con la calificación de la elección. Jorge Estefan Chidiac es el encargado del llamado follow de money morenovallista. Se llevará sorpresas.
Además, los lazos de Estefan con los Córdova para desactivar a Antorcha Campesina, como factor de desestabilización en Puebla.
Ofrece a Barbosa para lo que viene, el control de la BUAP y su rector Alfonso Esparza, quien en la campaña constitucional pasada se rehusó a darle apoyos al candidato a la gubernatura, como sí se los otorgó a Rivera Vivanco. Ya se imagina por dónde viene la estrategia de arrebatar aliados a la alcaldesa.
Y la otra será la operación de priistas que ya saben que si entregan buenas notas en este periodo podrán repetir con Barbosa.
El ex candidato a la gubernatura cuenta con la bendición de López Obrador para desaparecer todo rastro del morenovallismo y tiene hoy en el gobierno a un mandatario que sabe hacer política, mantener la imparcialidad electoral y pasar a la historia como el demócrata que garantizó la gobernabilidad.
Qué más se puede pedir. Falta que los demás factores de poder se vayan ajustando a la nueva realidad para que todo quede bajo control.