28-03-2024 02:13:45 PM

Puebla, rehén nacional

Por Valentín Varillas

 

La rueda de prensa que hace unos días encabezaron liderazgos de Morena para descartar a cualquier diputado local como probable gobernador interino, en los hechos significó el acta de defunción del Congreso local como instancia de peso especifico real en la designación.

A pesar de que, legalmente, es el único facultado para hacerlo, el legislativo poblano y sus integrantes serán meras figuras decorativas, auténticos convidados de piedra en un tema fundamental que marcará el rumbo político del estado para los próximos años.

No nos hagamos tontos: quien logre imponer un perfil a modo en la interina, tendrá ventajas competitivas reales, muy valiosas, para aspirar a un triunfo en la extraordinaria de mediados de año.

A pesar de esto, otros factores externos a la realidad local, a las necesidades de la aldea, serán al final los que inclinen la balanza.

Puebla ha quedado a expensas de un gran acuerdo nacional, en donde están involucrados el gobierno federal y las cúpulas de los partidos políticos con representación en el legislativo federal y que tiene sobre la mesa temas que no necesariamente se analizan bajo la óptica de lo que realmente necesita el estado.

Y el espectro es grande.

Hoy caben asuntos de interés en el presente como la famosa Guardia Nacional, hasta cuestiones a futuro como temas presupuestales o pactos de impunidad.

Todo entra hoy en la negociación por el control del estado y es evidente que no se ha avanzado ni un milímetro todavía hacia la consecución de acuerdos.

Paralelamente, el contundente desplazamiento de los diputados poblanos en el proceso de selección del gobernador interino, funcionó como un útil racero que sirve para medirlos realmente en lo político.

Si algo tendrá de positiva la medida centralista que se tomará, es el dejar a un lado a personajes con enormes apetitos de poder, pero con una estatura y valía real muy limitada como para afrontar el reto de gobernar la entidad.

Habrá que celebrarlo, sin duda.

Muchos de ellos llegaron al cargo que ostentan no por méritos propios, sino por haberse subido, en el momento justo, a la cresta de la ola de un movimiento nacional que arrasó en lo electoral y que les permitió colgarse con éxito de la imagen y popularidad de quien es hoy presidente de México.

Nada más.

¿Se los imagina compitiendo en otras circunstancias?

¿Cómo les hubiera ido en una elección sin López Obrador en la boleta?

O bien, en el otro extremo del espectro político local, si no hubieran tenido la protección, el apoyo y padrinazgo de Rafael Moreno Valle.

La gran mayoría hubiera protagonizado un enorme y penoso ridículo electoral.

Sin embargo, movidos por su ego y narcisismo, piensan que ganaron por ellos mismos, por su gran valía política y bajo esa lógica se comportan.

Ridículos.

Hoy, en el reto más importante de su trabajo legislativo, han quedado reducidos a simples autómatas que únicamente seguirán la línea que les dicten sus dueños a nivel nacional y avalarán la primera gran concertación del nuevo régimen.

El primer gran acuerdo de la Cuarta Transformación.

A ver cómo nos va.

 

Abrir el candado

Juran los estrategas del morenovallismo que no hay impedimento legal alguno para que Jesús Rodríguez Almeida siga considerado como su carta fuerte para la gubernatura interina.

Que tienen manera de probar, con toda contundencia su residencia en el estado, condición establecida en el Artículo 74 de la Constitución del estado.

Una propiedad de su cónyuge, comprada hace muchos años, ubicada en un municipio al interior del estado, parece ser la clave.

 

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