Por Alejandro Mondragón
Comienza a hacerse más larga la lista de ausentes para la elección extraordinaria, que la existente de presentes para el interinato en Puebla.
A quienes en vida no estarán participando y el retirado Eukid Castañón, habrá que sumar la inasistencia política de Andrés Manuel López Obrador.
No estará acompañando en la boleta al candidato/a de Morena, pero tampoco en mítines, mensajes o videos en redes sociales.
Lo único que estará serán las acciones de su gobierno y el respectivo desgaste natural del ejercicio de poder.
Los adversarios de AMLO lo vigilarán con lupa, al igual que la presencia federal. ¿Recurrirá a la tentación de lanzar su cacería de personajes ligados al huachicol en Puebla en plena campaña electoral?
¿Se guardará el momento? Eso quizá puede definirse en función de las filias y fobias, pero lo cierto es que el abanderado/a de Morena tendrá las manos atadas si pretende utilizar su imagen.
Una cosa es ser candidato y otra gobernante.
Por supuesto que habrá presiones de todo tipo, porque no hay que olvidar que en las elecciones en las que participó López Obrador ganó el estado.
El punto es que Andrés Manuel se negó a visitar Puebla en su gira de agradecimiento por ganar los comicios presidenciales, porque Puebla estaba en litigio electoral.
Es más, en diversas ocasiones pidió desinvitar a la entonces gobernadora electa, Martha Érika Alonso, y prohibió a sus funcionarios mantener contactos.
Ya con el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a favor de Martha Érika dijo que tampoco se reuniría con ella. “Se vería mal; ya veremos que pasa”, subrayó.
Y ocurrieron los trágicos sucesos del 24 de diciembre, pero se rehusó a asistir a los funerales y tras los gritos que recibió la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, llamó primero mezquinos y luego canallas a los conservadores de Puebla.
Así que su presencia que podría sumar, en realidad restaría con sus acciones de gobierno.
