03-12-2024 10:29:10 AM

La sincronicidad…

Por Jesús Manuel Hernández

 

A Carl Gustav Jung le llevó algunos años desarrollar su teoría de la “Sincronicidad”, apareció su obra en 1952 intentando explicar la unión de sucesos externos e internos que pueden darse por una atracción no consciente que genera la ocurrencia de ciertos eventos.

Así Jung definía la sincronicidad como la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido, pero no de manera casual.

La referencia viene a cuentas por los sucesos antes, durante y después del siniestro del 24 de diciembre donde perdieron la vida dos personajes de la vida política poblana y a nivel nacional.

Un cercano colaborador de Martha Erika y Rafael se refiere al suceso así: “Qué 2018, competencia, litigio, triunfo y tragedia”. Y cruza por la mente la idea de que si Martha Erika no hubiera sido candidata, nada hubiera pasado, si el Tribunal Electoral no le hubiera reconocido el triunfo, nada hubiera pasado, es más, si su esposo no se hubiera empeñado en hacerla gobernadora, nada hubiera sucedido.

Por tanto, los eventos con alto grado de simbolismo tienen coincidencias, fatales, los hechos acudieron en un instante a la sincronicidad para producir una realidad.

Nueve días antes del suceso, la familia Hidalgo había recibido una fatal noticia, la muerte de Óscar, el hermano de la madre de la gobernadora, muy cercano a ellos. Esa misma semana la ya gobernadora en funciones le pidió al arzobispo de Puebla la celebración de una misa privada, para ella y algunos cercanos colaboradores. Tenía la intención de agradecer el triunfo en los tribunales de su elección.

El 24 de diciembre Martha Erika tenía la intención de cenar con su madre y sus hermanos, entre otras cosas no la quería dejar sola por el luto de la muerte de su tío. Rafael, en cambio, había decidido pasar la Navidad en casa de sus padres en la Ciudad de México.

El 24 por la mañana, la gobernadora fue a casa de su madre, se disponía todo para la cena. Y de pronto Marthita Hidalgo decidió cancelar la cena y pasar la reunión familiar para el 25.

Acto seguido, la gobernadora llamó a su marido y le notificó su disponibilidad para ir a la cena de sus suegros.

Tal vez eso explique por qué razón la pareja no viajó en el helicóptero oficial, el negro, por qué no salió del hangar de Casa Puebla, por qué la confusión de si iba o no iba a bordo el Secretario General, Jesús Rodríguez Almeida quien tardó casi cuatro horas en aparecer.

De lo que hacía el senador antes del vuelo no se sabe mucho, el columnista Enrique Núñez asegura que el helicóptero despegó de la casa de Pepe Chedraui y no del Triángulo de Las Ánimas, un asunto confuso.

Tampoco del por qué el aparato pierde contacto con la torre de control del aeropuerto, y menos del tiempo de vuelo, según parece una distancia muy corta para tantos minutos.

En fin, muchas coincidencias.

Y luego vienen las consecuencias, también manifestadas en otra sincronicidad.

Todo el poder en un solo hombre, todos los hilos de las madejas de los arreglos, convenios, financiamientos de políticos, amarres, etcétera, en un solo hombre.

La muerte de ambos deja, por así decirlo, huérfanos a varios políticos, nacionales y locales. De ahí la manipulación que algunos intentan consumar para mantener una cohesión de un grupo que por lo visto queda acéfalo.

Por un lado, el intento de hacerlos mártires de la democracia, recordando un poco lo sucedido con Colosio. Y ahí surge la figura de Luis Maldonado, como intentando mantener el control de algunos morenovallistas.

Por otro lado, algunos desleales, que se decían leales, empezaron a frotarse las manos, los prestanombres, los encargados de las operaciones financieras, los que manejaban el “efectivo” para el patrocinio de las acciones políticas.

Al interior del PAN morenovallista se pierde la línea de conducción, al interior del otro PAN, resurge la organización de liderazgos intentando recuperar el espacio cedido por Eduardo Rivera y socios políticos.

Las casualidades, la sincronicidad según Jung, quizás sirvan para algo bueno en medio de las tragedias. Quizá sea tiempo de recomponer el pacto de la sociedad poblana, quizá de este escenario pueda salir una nueva clase política, quizá vaya siendo el tiempo de los poblanos y de la democracia, y de cerrarle el paso a la cleptocracia.

O por lo menos, así me lo parece.

 

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