Por Valentín Varillas
Ya está de regreso en la vida pública nacional, la otrora mujer más poderosa del país y viene con todo.
De entrada, además de buscar otra vez el control absoluto del sindicato magisterial, quiere llevar las riendas del proyecto educativo del nuevo gobierno, a través del sometimiento de Esteban Moctezuma, Secretario de Educación Pública.
Para conseguirlo, ha logrado perfilar a Luis Maldonado Venegas como jefe de la oficina del titular de la dependencia.
Este personaje, de tristísimos y patéticos recuerdos en su paso como servidor público poblano, da muestras de un pragmatismo absoluto para poder así, encontrar cobijo dentro de la llamada 4ta Transformación de la vida pública nacional.
No hace mucho, este auténtico camaleón era mandado por su entonces patrón, Rafael Moreno Valle, como avanzada para quedarse con el control del PRD y perfilar una gran alianza de partidos que, en sus sueños de opio, lo llevarían a la candidatura presidencial y plantarle cara a Andrés Manuel López Obrador.
Ahora, vive una realidad completamente diferente.
Y es que, a pesar de jurarle amor eterno al morenovallismo, en esto de la política lo que más pesa es la conveniencia y en la lógica de Maldonado, las alianzas hay que hacerlas con quienes maximicen las posibilidades de seguir viviendo del presupuesto.
Por eso, a lo largo de su vida política, no ha tenido empacho en mudar de ideologías como de ropa interior.
Con esa facilidad se ha asumido en su momento como priista, convergente, perredista y ahora, parte de las huestes de López Obrador.
Un claro ejemplo de los perfiles que tanto daño han hecho al país y que en su discurso de toma de protesta fueron señalados y duramente criticados por el propio presidente.
Hoy, sin embargo, los arropa e incluye en la que sería una nueva forma de gobernar.
Penoso.
Sin embargo, la llegada de Maldonado Venegas no debe considerarse como sorpresiva.
Desde la misma campaña se apuntó para sumar al proyecto de AMLO, cuando todas, absolutamente todas las encuestas sobre preferencias electorales lo daban como claro ganador de la contienda presidencial.
En su momento, en este mismo espacio compartí con usted el hecho de que Maldonado era parte ya de las Redes progresistas que operaban a favor del candidato de Morena.
Para integrarse a esta estructura, contó con el apoyo de René Fujiwara y Fernando González, nieto y yerno de Elba Esther Gordillo, quienes junto con Rafael Guzmán, ex líder del SNTE y hombre de todas las confianzas de Elba Esther, fueron los responsables de la estructura, formada principalmente por docentes y que en teoría iba a fungir como un “ejército electoral” que vigilaría los votos y evitaría un nuevo fraude en contra de Andrés Manuel.
En su momento, morenovallistas poblanos como Jesús Giles, en ese entonces líder estatal del PAN, descalificó lo aquí escrito, salió en defensa de la congruencia y lealtad de Maldonado y aseguró que “metía las manos al fuego por él”.
¿Qué dirá ahora?
¿De qué tamaño habrá sido la quemazón?
Por cierto ¿qué pensará Maldonado del caso Puebla?
¿Estará entre la espada y la pared?
¿Por los intereses políticos de cuál de sus amos se decantará?
¿Del actual,? -el que le paga ya puntualmente su sueldo de funcionario público.
¿O del anterior?- el que lo sacó de la ignominia, del anonimato político y le dio el foro necesario para que hoy esté donde está.
O tal vez, fiel a su naturaleza y espíritu, Maldonado encontrará la manera de seguir sirviendo a varios amos a la vez.
Origen es destino, dicen.