Por Rosa María Lechuga
1095 días intensos en París.
A veces siento que he vivido diez años aquí,
y apenas llevo dos exilios.
Fui testigo de los tristes atentados del 13/11/15,
y de una sicosis que nunca había sentido.
Esa sociedad fría e individualista que me describían,
no coincidía con lo que ví días después en las calles.
Lágrimas (propias y ajenas) espontáneas,
demostraciones de solidaridad,
de indulgencia absoluta.
Era tan grande el dolor, que se podía respirar en las calles.
1,576,800 minutos han pasado desde entonces.
Hoy, me di cita muy temprano en Nôtre Dame de Paris
Y aunque todo era silencio y melancolía,
observo una sociedad parisina que se mueve, que no se rinde,
ni se divide.
Una nación que entre duelos, tragedias y balas,
ha salido avante.
París, la capital del mundo a cien años del fin de la Primera Guerra Mundial.
Personalidades políticas de los cuatro rincones del mundo,
pisan a la “cosmopolita” ciudad,
desde el bien amado Justin Trudeau o el polémico Netanyahu.
Hoy el sol irradió la tour Eiffel,
se hizo presente en la ciudad de Aznavour, de Halliday,
de Piat, de Andreu, de France Gall, de Bikupski.
En el Bataclan, la Bonne bière, el estadio de Saint-Denis, la Belle Equipe,
hubo rosas, globos, sollozos y música.
Las terrazas otra vez se llenan de turistas y,
a la más mínima resolana,
se atiborran los cafés, bares, restaurantes y bistrós,
de parisinos enamorados de las letras de Slimani.
La alegría ha vuelto a las calles.
Hoy se incendian las mañanas con Nolwenn Leroy,
en los vagones de metro se lee a Nicolas Mathieu,
Gigi Hadid bebe en “Bar 8” un “J’aime Paris 3.0”,
mientras Beyoncé mueve sus caderas en stade de France
y hasta la nueva clase “fifí” visita a escondidas la eterna ciudad luz,
la ciudad del amor,
la ciudad donde el caos reina por el día
y por la noche, vibra.
¡Porque Paris sigue siendo una fiesta!
