19-04-2024 12:17:56 PM

AMLO y el nuevo aeropuerto

Por Valentín Varillas

 

En una muy breve visita por Puebla, con motivo de la boda de César Yáñez, Alfonso Romo, quien será jefe de la oficina de la presidencia en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se reunió con amigos cercanos con los que compartió la visión del próximo mandatario sobre el polémico tema del nuevo AICM.

De manera muy puntual y al margen de los mensajes que se han manejado en el discurso público, lo que en realidad se busca es agotar las posibilidades de que el proyecto que actualmente se lleva a cabo en Texcoco continúe, sin que esto contradiga las críticas y promesas hechas en campaña.

Un escenario que, debido a la polarización que ha generado entre la sociedad y la clase política mexicanas, hoy luce sumamente complicado.

Sin embargo, en este contexto, ya se exploran un par de posibilidades reales.

Por ejemplo, en las últimas semanas se han intensificado los acercamientos con el grupo de empresarios involucrados en el desarrollo del proyecto del NAICM para definir los puntos de un posible acuerdo que les permita continuar con la obra, como ha sido planeada y ejecutada hasta el momento, sin que el próximo gobierno tenga que invertir un solo peso del dinero público en él.

Un esquema de inyección permanente de recursos privados, destinados primero para dejar lista la nueva terminal aérea y posteriormente, para garantizar su adecuada operación.

 

 

De esta manera, no habría contradicciones entre el decir y el hacer del nuevo gobierno de la República.

Se vendería ante la opinión pública, que se facilitó a Slim y compañía la posibilidad de hacer un buen negocio, que resuelve la crisis aeroportuaria nacional sin comprometer las finanzas nacionales.

El problema, parece ser, es que los empresarios involucrados estiran la liga en las negociaciones, sabedores de que llevan la sartén por el mango.

Y es que, la cancelación de la construcción de la nueva terminal aérea, significaría la pérdida de cerca de cien mil millones de pesos, entre el dinero  ya invertido en el proyecto y las compensaciones que tendrían que recibir las empresas que la llevan a cabo.

La salvación ideal para evitar esta catástrofe, es que se amarre cuanto antes la concesión a  manos privadas.

El otro camino que tienen para que no exista contradicciones en el nuevo grupo en el poder y se concrete la que para ellos es la mejor opción, aunque jamás lo reconocerán públicamente, es que se diera una monumental sorpresa y que en la encuesta que se aplicará en unos días más, la mayoría opte por la continuidad del aeropuerto de Texcoco.

Así, “el pueblo bueno”, “el pueblo sabio”, sería el responsable de la decisión y de las consecuencias que de ahí se deriven: buenas y malas.

Un escenario así se ve poco probable ya que personajes de altísima influencia en la opinión pública, como el propio López Obrador y sus futuros secretarios, continúan rompiendo la imparcialidad del ejercicio al manifestarse abiertamente por la opción de Santa Lucía y la habilitación de terminales aéreas alternas como la de Toluca.

No creo que sean capaces de alterar los resultados, con tal de evadir la responsabilidad de decidir.

Se convertirían en lo que tanto han criticado.

Nada peor para quienes van a gobernar los próximos seis años, que empezar a caer en contradicciones o bien llegar al extremo de traicionar lo vendido en campaña.

Por eso, se buscan desesperadamente caminos alternos que impidan el colapso de la actividad aeroportuaria y que a la par, mantengan intacta la confianza ciudadana en la “esperanza de México”.

¿Se podrá?

 

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