Por Jesús Manuel Hernández
Lo que para los panistas locales ha venido a representar Pablo R. Regordosa, en el orden nacional el papel protagónico lo representa Héctor Larios, un excelente “compañero de viaje” al más puro estilo de la “Guerra Fría”.
A juzgar por la alianza promovida desde Puebla a favor de incluir al ex gobernador poblano en la dupla contra el grupo de Ricardo Anaya, atrás han quedado las amenazas a los presidentes municipales no alineados, atrás los agravios a Eduardo Rivera, más atrás las manipulaciones del padrón de militantes, y peor aún, sepultadas las sentencias contra ex dirigente emanados de las filas blanquiazules a quien podía más la camiseta y la ideología, no el dinero.
Pero bien dice el dicho “poderoso caballero es don dinero” y eso es lo que le falta a Héctor Larios y le sobra a Rafael Moreno Valle.
Al interior del PAN está más que vivo el debate sobre si elegir a quien representa un eslabón más de Ricardo Anaya o un escalón más al sótano donde será sepultado el partido.
Acción Nacional enfrenta una sucesión difícil que baila en el filo de la navaja entre entregarse al sistema, o batirse como la opción de oposición. Y según parece en uno de los bandos se privilegia el pragmatismo, ese que justifica los medios con tal de alcanzar el fin.
Y qué más ejemplo que las elecciones de Puebla, impugnadas por un presunto fraude electoral.
¿Tendrán Marko Cortés y su equipo la fuerza, la experiencia y el apoyo para detener el fraude con el sello morenovallista?
La moneda está en el aire, en la Lucha Libre se apostaba por “Máscara contra Caballera”, en el PAN ahora la apuesta será por el continuismo con lo mismo o el continuismo con la desaparición del partido. A fin de cuentas, el pragmatismo prevalece en un partido que antes se distinguía por el “bien común”.
O por lo menos, así me lo parece.
