Por Jesús Manuel Hernández
El CEN del PAN anunció la tarde del sábado los nombres de quienes encabezarán la coordinación de sus bancadas de senadores y diputados federales.
Damián Zepeda para el senado y Juan Carlos Romero Hicks de los diputados han sido los elegidos; en el camino del senado se quedan tres figuras, dos de ellas que garantizaban definiciones de los panistas doctrinarios y una más que ha venido siendo despreciado y cuestionado desde varios ámbitos del panismo nacional.
Josefina Vázquez Mota, ex candidata presidencial y a gobernadora del Estado de México, rodeada de un halo de seguidores en todas partes, no alcanzó la posición, tampoco Gustavo Madero, con quien Ricardo Anaya tuvo serias diferencias.
Pero el más afectado políticamente y sobretodo en el humor personal, es el ex gobernador de Puebla, frustrado aspirante presidencial, frustrado líder del senado y quizá, son presagios, frustrado líder del partido en el orden nacional.
Una buena parte de las maniobras hechas por el ex gobernador atendían a la posibilidad de encaramarse con el liderazgo del senado, pero pudieron más los rechazos a su persona, muchos de ellos basados en el tema de la traición a la campaña de Ricardo Anaya, con lo cual quedaría como premisa que Anaya sigue teniendo peso en las decisiones y eso significaría, que la persona de Marko Cortés, se ve ahora iluminada con la bendición para constituirse en el próximo presidente del PAN.
Rafael Moreno Valle Rosas sólo podrá navegar en la Asamblea de Gobernadores de Acción Nacional, el grupo donde invirtió y reforzó campañas; aunque por tradición los gobernadores panistas no controlan el partido, se mantienen al margen de la vida interna, asunto que quizá Moreno Valle no comprende debido a sus raíces priistas.
Le queda al ex gobernador sólo el Estado de Puebla como escenario de sus maniobras, del ejercicio de su poder. Lo que para muchos podría significar que la estrella empieza a apagarse y se irá con el cambio de gobierno.
O por lo menos, así me lo parece.
