Por Valentín Varillas
No, no es mezclar la gimnasia con la magnesia.
El agónico pase de la selección nacional a octavos de final en el mundial de Rusia podría abonar a tener un mejor clima social en el desarrollo de la jornada electoral del próximo domingo.
Nada tiene que ver con los resultados o con la definición del sentido del voto en los casos en donde haya indecisión.
Ni siquiera con los niveles de participación.
Tiene que ver con un sentido de unidad implícito que podría aminorar en algo la enorme polarización que hemos vivido en este proceso.
Polarización fomentada, sobre todo, por partidos y candidatos y llevada a su lado más oscuro por seguidores extremistas, que en los hechos sudan más las calenturas políticas que quienes buscan un cargo de elección popular.
El que exista una esperanza de trascender en lo futbolístico, en un país en donde este deporte es un auténtico fenómeno social que influye en conductas y norma estados de ánimo, puede ser un paliativo a la violencia que de todo tipo respiramos a diario y que se ha acentuado en la actual coyuntura.
El que después del domingo de la división, llegue el lunes de la reconciliación, cambia diametralmente el panorama.
Si México consigue avanzar al tan anhelado quinto partido, este sentimiento alargaría su fecha de caducidad.
Ojalá.
Tenemos actualmente tan poco que celebrar.
Y se vale hacerlo a través del futbol.
Aunque parezca banal.
Aunque los filósofos de la obviedad se empeñen en recordarnos que tenemos problemas mayúsculos, estructurales, que no se resuelven con hazañas deportivas.
Si esperamos a superar esos problemas para disfrutar de un escape social como lo es una Copa del Mundo, los mexicanos estaremos condenados irremediablemente a una amargura eterna.
Ya vendrá la realidad, más temprano que tarde a encargarse de ponernos otra vez en nuestro lugar.
Pero mientras, a disfrutar con todo de la fiesta democrática y la futbolística.
En ambas, una participación masiva, entusiasta, se vuelve fundamental para que sean recordadas en las décadas por venir con alegría y optimismo.
Como eventos que en su momento sentaron las bases de un mejor país.
Ojalá.