Por Valentín Varillas
Si la encuesta publicada ayer en el periódico Reforma es un reflejo fiel de cómo podrían comportarse los electores poblanos en la jornada del 1 de julio próximo, existen varios puntos interesantes, atípicos, que vale la pena comentar.
De entrada, lo cerrado del proceso.
Le comentaba en este espacio hace unos días que la incertidumbre –un elemento deseable y necesario en cualquier democracia- aparece por primera vez de forma contundente en el proceso de selección de nuestro próximo gobernador o gobernadora.
La encuesta pone a Martha Érika Alonso (41%) con una modestísima ventaja de apenas 3% con respecto al candidato de MORENA, Luis Miguel Barbosa (38%).
Simplemente, el margen de error de este ejercicio estadístico es mayor a la diferencia que existe actualmente entre los dos punteros.
De pronóstico reservado.
Sin embargo, un factor de peso real en la determinación de ganadores y perdedores es la inercia que llevan cada uno de los candidatos y es precisamente ahí en donde las encuestas no se ponen de acuerdo.
Hemos visto las que ponen a Barbosa arriba hasta por 7 puntos con respecto a Martha Érika.
De ser reales, la candidatura de MORENA iría con un franca tendencia a la baja, comparada con la encuesta de Reforma y la de la abanderada de la alianza que encabeza el PAN, subiendo como la espuma.
Existen otras que muestran un escenario diametralmente distinto.
Juran que es la panista la que va arriba por un porcentaje similar –entre 7 y 9 puntos-, lo cual significaría tendencias inversas a las mostradas en el rubro anterior.
Barbosa hacia arriba, Alonso Hidalgo en franca picada.
Hay reactivos muy interesantes que parecen contradictorios.
Por ejemplo, 69% de los encuestados no votaría por Rafael Moreno Valle si hubiera reelección.
A simple vista, esta realidad tendría que ser demoledora para la candidatura de Martha Érika, más si le sumamos el hecho de que un 56% no está de acuerdo con que “la esposa del ex gobernador busque ser la próxima gobernadora de Puebla”.
Tampoco le ayuda que el 50% de los encuestados desapruebe la forma en la cual RMV hizo su trabajo como gobernador de Puebla, apenas a año y medio de haber dejado el cargo.
Mucho menos el que el 64% de quienes respondieron a la encuesta asegure que Moreno Valle está interviniendo directamente en el proceso electoral.
A pesar de esto, Reforma la pone al frente.
Lo anterior supone que ha sido exitoso el proceso de desmarque de Alonso Hidalgo de la imagen de Moreno Valle, principal lastre de la actual campaña de la Alianza Por Puebla al Frente.
Buena parte de los votantes potenciales no la asocian siquiera con Rafael, lo que en términos numéricos es obvio que la ayuda.
La encuesta de Reforma , también nos da elementos para suponer que el famoso voto diferenciado es un factor real, de peso específico en el desarrollo de la elección poblana.
Y es que, mientras el 35% de los poblanos votarían por los candidatos de MORENA al congreso local, apenas un 21% lo harían por los candidatos del PAN.
Si bien en el ejercicio demoscópico no se suman en la medición de esos partidos, los porcentajes de quienes van con ellos en alianza –los presentan por separado- si realizamos la operación aritmética el resultado no muestra una diferencia importante.
La alianza de partidos de izquierda tendría mayoría en la próxima legislatura poblana.
Existe otro punto de la encuesta que también luce interesante.
Si en la lucha por la gubernatura compitieran únicamente Barbosa y Martha Érika, eliminando a los otros dos candidatos que no tienen la menor posibilidad de triunfo, la ventaja de la panista crecería de manera importante: 44% contra 37%.
Siete puntos de diferencia; más del doble.
Ahora se entiende las razones del amarre político que el morenovallimso ha hecho con Enrique Doger.
Otros factores que no mide la encuesta incidirán directamente en la elección de Puebla.
Imposible saber ahora cómo se comportará el famoso “voto oculto” y de qué tamaño será la ola de López Obrador y su arrastre sobre el candidato al gobierno del estado.
Tampoco puede medirse cuantitativamente lo que vale la operación de la estructura oficialista el día de la elección y las acciones de compra de conciencias y votos que ya se ensaya con particular descaro.
Nada escrito todavía: un auténtico volado.
