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RMV-Henaine ¿acuerdos?

Por Valentín Varillas

 

El 10 de noviembre de 2017, en pleno momento de definiciones de cara al proceso electoral de este año, el empresario Ricardo Henaine asistió a una privadísima comida en casa Puebla.

¿Los asistentes?

Además del gobernador Tony Gali, Rafael Moreno Valle y Martha Érika Alonso.

Difícil saber de qué hablaron concretamente, pero es lógico suponer que de política: nacional y poblana.

Tampoco resulta complicado concluir que el acercamiento fue parte del inicio de una difícil operación cicatriz que tuvo como objetivo bajar del ring político a los enemigos de Rafael, para no afectar la campaña de Martha Érika.

Henaine fue un permanente y crítico opositor a Moreno Valle, tanto a nivel personal, como a través de la línea editorial de su periódico, El Heraldo de Puebla.

Lógicamente, este fue su mecanismo de defensa una vez que, el primer día del gobierno morenovallista, en el mismo discurso oficial de toma de protesta, el entonces gobernador lo etiquetó como el adversario principal del  inicio de su administración.

La “recuperación” de los predios donde operaba Valle Fantástico, para la construcción de un parque público, supuestamente ecológico, marcó el inicio del enfrentamiento.

Después, la maniobra jurídica para eliminarlo de la participación accionaria que tenía en la empresa que operaba el Aeropuerto de Puebla.

Y al final: las presiones que motivaron la venta del equipo de fútbol Puebla de la Franja al socio minoritario.

Pocas guerras se sudaron con tanta intensidad en aquel sexenio.

Y vaya que hubieron muchas.

Es evidente que quien medió para lograr el acercamiento fue el gobernador Gali.

Lo raro es que, Henaine, no tuvo tampoco una buena relación con él.

En el tránsito de poderes en aquel 2010, antes de que se declarara la guerra por los predios ubicados en la Atlixcáyotl, Gali recibió la encomienda directa del entonces gobernador electo, de acercarse a Ricardo y plantearle una opción viable que evitara el proceso judicial.

Después de una fallida reunión a celebrarse en un restaurante de Acapulco, a donde llegó Manlio Fabio Beltrones como “avanzada” de Henaine y de la que salió Tony por instrucciones de Rafael, vino un segundo encuentro en la Ciudad de México.

Aunque este sí se realizó, fracasó de manera rotunda.

Ricardo no reconoció al hoy gobernador como interlocutor válido en el tema, a pesar de que era un hecho su incorporación al gabinete como titular de Infraestructura.

Además, no aceptó la oferta de intercambiar los predios en cuestión por otros, de menor extensión, pero con un uso de suelo mixto, lo que le permitiría concretar el desarrollo habitacional y comercial que planeaba.

El encuentro terminó de manera abrupta y desastrosa; la guerra comenzaba.

Por eso resulta extraño que hoy las cosas hayan cambiado de manera tan radical.

La críticas periodísticas prácticamente desaparecieron y apenas ayer, el escudo original, cuya propiedad intelectual pertenecía a Henaine, regresó al equipo de fútbol.

¿Quién o quiénes intervinieron?

Todo parece indicar que manos poderosas de altísimo nivel.

Y es que, en los hechos, existe únicamente un solo punto de convergencia  y entendimiento entre Rafael Moreno Valle y Ricardo Henaine: ambos sueñan con que José Antonio Meade sea presidente.

Y de ahí, los acuerdos para Puebla.

No queda ya nada que el pragmatismo puro no pueda arreglar.

 

 

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