Por Jesús Manuel Hernández
Una frase coloquial entre los políticos se refiere al tamaño del temor entre los contrincantes, se dice que “la respuesta es del tamaño del miedo”. Bien puede aplicarse al caso de Puebla luego de trascender los nombres de los candidatos uninominales y plurinominales ligados no exclusivamente al PAN, sino al morenovallismo en pleno.
Aquí se anotó hace algunas semanas que, en el ajedrez, la reina es sacrificada para salvar al rey, y con la nominación de aspirantes al Congreso del Estado de Puebla, queda más que confirmado que el verdadero interés del ex gobernador Rafael Moreno Valle es controlar con gente probada, incondicional, el poder legislativo.
La idea no es mala, una vez más el ex gobernador da muestras de su capacidad de encantador de serpientes, como lo definiera Luis Maldonado; hace uso de sus piezas, habla al oído a quien debe hacerlo, sacrifica a los que no son importantes, utiliza al “débil mental”, ya todo mundo sabe quién es, para aportar fichas que salgan del ámbito de Eduardo Rivera Pérez.
No en balde el escándalo de la grabación difundida por Rodolfo Ruíz en E-Consulta, sobre el diálogo sostenido por el entonces Secretario General del PAN, Javier López Cuevas, quien sirvió de chivo expiatorio a la estrategia descubierta por el periodista.
No cabe duda que, como dijera Ana Teresa Aranda hace muchos “Rafael es un topo del PRI”. Sin duda es uno de los políticos mejor pulidos, mejor acabado, para garantizar el control del poder.
No le importa la gubernatura, menos la presidencia municipal con un enemigo como Rivera, lo que realmente le importa es ser senador, para tener fuero, y el control del Congreso de Puebla para no ser perseguido y en cambio perseguir a quien gane las elecciones. ¿Así, o más claro?
O por lo menos, así me lo parece.
