Por Valentín Varillas
Roberto Trad Hasbun y José Adolfo Ibinarriaga serán parte de los estrategas que llevarán a cuestas el diseño e implementación de la campaña de Ricardo Anaya, candidato presidencial de la coalición Por México al Frente y de sus principales abanderados a cargos de elección popular.
A través de su empresa, El Instituto de Artes y Oficios para la Comunicación Estratégica, estos personajes tendrán una responsabilidad directa y mayúscula en el desempeño electoral de quien, abanderado por el conservadurismo nacional insertado en facciones de la derecha y la izquierda, pretende gobernar este país.
La incursión de estos personajes a la campaña de Anaya, es una muestra más de la simbiosis blanquiazul-tricolor de la que hablábamos ayer y que se ha vuelto moneda de curso común en la política nacional.
Y es que, la dupla Trad-Ibinarriaga, se encargó, tras bambalinas, de darle forma a la estrategia de operación y manejo de mensajes de la campaña de Alfredo del Mazo en el Estado de México, apenas el año pasado.
Si bien, las caras visibles que se colgaron la medalla del triunfo fueron las de Alejandra Sota, Gisela Rubach, Rafael Carrión y Antonio Roldán, juran los enterados que, más allá de los reflectores, Trad e Ibinarriaga tuvieron mucho que ver en la manufactura de la campaña.
Por cierto, ese 2017 fue muy rentable para estos dos estrategas.
Además de sumar al triunfo de Del Mazo y la eternización del priismo heredado del Grupo Atlacomulco, estuvieron detrás de la campaña del hoy presidente de Ecuador, Lenin Moreno, considerada una de las de mayor éxito en la historia de ese país.
Trad e Ibinarriaga asesoraron la campaña triunfadora de Rafael Correa, antecesor de Moreno Garcés.
Es evidente que, para la conformación de los mensajes con los que se pretende convencer al electorado potencial mexicano de que Anaya es la mejor opción para gobernar este país, se tomarán en cuenta todas y cada una de las “debilidades” priistas.
Es decir, casos de corrupción, omisiones en el ejercicio de gobierno e incumplimiento de promesas de campaña, entre otros.
A la par, se ensalzarán las virtudes del candidato, ponderando la carrera, antecedentes e ideología, además de los beneficios que para los ciudadanos tendría el regreso de un gobierno blanquiazul.
Para abonar a la victoria de Madrazo, hace menos de doce meses, fue exactamente al revés: sublimar al tricolor y satanizar cualquier propuesta que llegue de sus adversarios políticos.
“Es la vida del consultor”-dirán los supuestos especialistas en el tema.
“No caer en un conflicto de intereses, dependerá de la ética profesional de cada uno”- jurarán los directa e indirectamente aludidos.
Sin embargo, conflicto de intereses real podría existir si no se tratara de candidatos dramáticamente parecidos, que impulsan propuestas espantosamente iguales, que comparten asesores y estrategas a diestra y siniestra y lo más importante: que cuyos gobiernos han condenado a este país a décadas de atraso, miseria, impunidad y corrupción.