Por Abel Pérez Rojas
“Revolotearé mis neuronas y todo mi ser
para no perecer en la fatua comodidad”.
La comodidad nos priva de la ocasión de vernos forzados a desarrollar nuestra capacidad para vencer la adversidad; en ese sentido, el confort nos corrompe, nos vuelve conformistas y nos impide saber hasta qué punto y de qué somos capaces.
Siempre ha habido voces que nos invitan a salir de nuestra área de bienestar para no privarnos de ciertas maravillas de la vida, pero son desoídas, son descalificadas y en un arrebato de suma ignorancia les llamamos: ¡herejes!
Es entendible que los llamados a salir de nuestra relativa holgura sean vistos con desconfianza, porque la llamada “normalidad” de nuestra sociedad se construye a partir de pedazos de placer.
A propósito de esto que le vengo comentando le comparto lo siguiente: Hace poco una persona me pidió que entrevistara a un familiar muy cercano para que a través de mi programa de televisión por internet diera a conocer su talento musical personal y el de su banda.
Le dije que con gusto, y que debido a la confianza que me había tenido sería un gusto no sólo otorgarle el espacio necesario, sino conversar con él para compartirle algo de lo que he podido observar en músicos de toda índole y de diversas nacionalidades.
Esa persona insistía en convencerme sobre el talento de su hijo, a lo cual yo le comenté que no era necesario que abundara sobre las dotes artistas de su vástago, que llegado el momento las conocería y que seguramente se trata de una persona muy talentosa.
Pese a mi comentario, mi interlocutora continuó hablando sobre lo exitoso de su hijo y de lo incomprensible que le resultaba a ella entender cómo es que siendo su hijo un alto ejecutivo de una importante empresa, obsesivamente quería destacar con su grupo musical.
Entre más me platicaba de las bondades laborales de su hijo me quedó claro que probablemente estaba frente a un caso de inmovilidad por comodidad.
Es decir, el sueño de este joven es la música en sus distintas facetas, pero, entre otras cosas, la seguridad que le otorga su empleo y la forma de vida que ha construido en torno a ello, le impide dar los siguientes pasos.
Le explico.
En los últimos cinco años he tenido la oportunidad de entrevistar y convivir con cientos de artistas de toda índole.
Quienes han destacado en lo que hacen, o al menos son felices con ello, son quienes han tomado el riesgo de vivir de lo que hacen y se han entregado en cuerpo y alma para conseguirlo.
Estas mujeres y hombres han pasado hambres, penurias y desgracias, pero todo esto con el paso del tiempo sólo han sido eventualidades para encarar a plenitud lo que ellos han elegido como su senda de vida.
Todos ellos salieron de su zona de confort y dieron un salto al vacío para alcanzar sus sueños.
Sé que tal vez usted piense en esos casos en los que las personas vienen de muy abajo y que ¡cuál comodidad puede tener alguien que viene desde muy abajo y el hambre es lo que le está impulsando a moverse!
En mi opinión hasta el esclavo y el mendigo se acostumbran a su estado y a vivir de tal forma, ¿acaso no éste es uno de los motivos por el cual el pueblo mexicano y otros más viven cómo viven?
Es común ser ciegos ante la “comodidad” que nos estanca e impide progresar, por ello tenemos que sacudirnos cuantas veces sea necesario para despertar y poder continuar nuestro camino.
Tenemos que estremecernos una y otra vez de tal manera que la comodidad cotidiana nos estorbe, nos incomode y no nos quede de otra que asumir las riendas de nuestro proceso evolutivo.
Si a usted le está estorbando esa comodidad que nos uniforma, es probable que se deba a que no está totalmente dormido como la mayoría y que vale la pena seguir esa chispa interna para no perderse en el conformismo ni en la corrupción del sistema.
¿Qué le parece?