Por Jesús Manuel Hernández
“No olvides que es comedia nuestra vida/ y teatro de farsa el mundo todo/ que muda el aparato por instantes/ y que todos en él somos farsantes”. El Gran Teatro del Mundo, lo escribió Pedro Calderón de la Barca y no hace más que describir el papel, la actuación de cada persona en la vida cotidiana.
En política no puede ser menos apropiado pensar que la actuación se ha convertido en una condición sine qua non para poderse mantener activo.
Las mejores muestras las vemos en estos días cuando lo mismo da ser senador independiente que vocero priísta o representante panista en la Conago. Léase Javier Lozano Alarcón.
Durante la visita de Pepe Meade a Puebla se retomó el tema de que la plaza estaba negociada y desde ahí se han desatado una serie de interpretaciones que lejos de ser ficticias superan la realidad.
Por más vueltas que se le da al tema de la candidatura de Martha Erika Alonso a gobernadora, con todos los asuntos negativos que eso arrastra, pasando por el nepotismo y provocando una fuerte división al interior de la sociedad poblana; no puede dejarse de lado tampoco que Blanca Alcalá mete a su hija Karina como aspirante a diputada y el gobernador Gali a su primogénito rumbo al senado. Las familias unidas viven mejor pensaría el clásico.
Las especulaciones crecen cuando se anuncia con pompa que Eduardo Rivera Pérez andará haciendo campaña en la capital, barriendo las calles para que el morenovallismo camine, quitando piedras para que el morenovallismo se consolide. El menos malpensado dirá que así se presenta unidad al interior del PAN.
Por otro lado, las especulaciones de los acuerdos de Rafael Morfeno Valle dejan mucho qué pensar. Para empezar a Rafael no lo han recibido en el CEN del partido, los acuerdos fueron entre Martha Erika, Eduardo Rivera, Santiago Creel y Marco Adame con el arribo posterior del ex gobernador a quien poco pelan y mucho cuestionan.
El otro acuerdo no se menciona, no aparece en la playlist de las grabaciones filtradas a los periodistas. Ese es el que prevalece, el que se ha dado desde hace tiempo en torno al inquilino de Los Pinos, el que ha pasado primero por el pacto, luego por el negocio y ahora por la lealtad.
¿Alguien puede creerse que Lozano Alarcón se haya separado de Rafael Moreno Valle?
¿Alguien cree que Martha Erika se haya quitado el apellido de casada por convenir a sus intereses?
¿Alguien cree que la plaza de Puebla haya sido cedida al morenovallismo?
¿Alguien cree que podrán cogobernar Martha Erika y Lalo Rivera?
Las respuestas están a la mano si se agrega otra pregunta ¿quién es más importante en el ajedrez, el rey o la reina?
Si Rafael ha pactado la elección, lo ha hecho con el PRI, con el peñismo y para poder operar a la perfección el tema electoral en Puebla muy bien puede sacrificar a la reina y culpar a Lalo Rivera del fracaso, con lo cual, hace ganar a Pepe Meade, hace perder a Ricardo Anaya, permanece en el PAN y se convierte en el primer tirador para apoderarse del partido.
Claro que todo se puede venir abajo si Meade no levanta y entonces el peñismo encuentre en Ricardo Anaya la única forma de conservar los negocios, y de nuevo ahí estará Rafael.
Tal vez por eso, se esté tardando tanto el PRI en revelar el nombre del ungido a la gubernatura.
O por lo menos, así me lo parece.
