Abel Pérez Rojas
“Hay de risas a risas, pero hay cierto tipo de ellas que nos hacen trascender”
Río profundamente cada vez que puedo, me disculpo y me alejo de lo que no puedo cambiar, porque la vida es breve.
Estoy firmemente convencido de que todos en mayor o menor medida hemos vivido de tal manera como si ésta, la vida, nunca se fuera a acabar, pero no es así, la vida es tan sólo un suspiro en el devenir de los tiempos.
Esa inconsciencia nos hace abusar del tiempo de las personas que nos rodean y toleramos que los demás dispongan de muchísimos de nuestros momentos, como si éstos no estuvieran vinculados con la totalidad de nuestra existencia y la de los otros.
¡Cuán equivocados estamos!, ¿no acaso somos mente y consciencia desplazándose en un cuerpo sujeto a la fugaz temporalidad?
Queda claro que se nos escapa la vida en la medida que derrochamos nuestro tiempo y tal vez esa sea una de las cegueras que permea e influye en todo lo que hacemos.
Claro que nos comportamos inconscientemente y eso es lamentablemente muy bien aprovechado por quienes manejan los hilos del sistema socioeconómico imperante.
Pienso todo esto mientras repaso una y otra vez un breve pensamiento que hace poco encontré en cuentossufies.blogspot.mx.
El pensamiento anónimo se titula Atrévete, y dice así:
La vida es muy corta.
Ríe cuando puedas,
discúlpate cuando debas
y aléjate de lo que
no puedas cambiar.
Cuando se vive inconscientemente la vida es corta, también lo es cuando se compara con otros procesos y fenómenos de la naturaleza.
La vida es corta cuando se vive enmarañada en el trajín de todos los días, pero se expande en la medida que cobramos consciencia de todo esto.
Por ejemplo, experimentamos la expansión y permanencia cuando nos ejercitamos en la meditación, la concentración y las actividades creativas.
Tal vez por eso dice el anónimo en su pensamiento: “Ríe cuando puedas”; y pienso que podamos reírnos a cada momento, pero hay risas tan profundas y tan serias que nos dan pie a evidenciar las trampas, los espejismos y las oportunidades diarias.
Yo agregaría: Ríe cuando puedas, pero cuando puedas experimenta esa risa que nos hace crecer, que nos hace evolucionar y que nos permite ver que la risa fatua es sólo un mecanismo para esquivar la médula de estar vivos.
Me río por muchas cosas y porque puedo reír, pero también me río porque cuestiono y me cuestiono, y porque esa capacidad de reír es un recurso para apelar a lo que puedo ser y un desafío a los poderosos.
Por todo esto, no pasa nada si reconocemos que nos equivocamos y nos damos a la tarea de enmendar lo que podamos corregir, no porque seamos ligeros con nuestros errores y equivocaciones, sino porque la fugacidad de la vida nos dice que no podemos perder tiempo en conflictos, y porque el poder de la risa nos evidencia las trampas de nuestro ego.
Nuestro ego y las luchas por hacerlo valer ante otros igualmente ciegos sólo nos desgastan, nos quitan vida y nos alejan de la ocasión de trascender.
Me queda claro a estas alturas por qué dice el pensamiento que debemos alejarnos de aquello que no podemos cambiar, aunque en lo personal le agregaría un “casi”, es decir, “y aléjate de casi todo lo que no puedas cambiar”.
Y usted amable lector, ¿se atreve?