Por Alejandro Mondragón
El presidente Enrique Peña Nieto parece que ya encontró a la carta del PRI a sucederlo: José Antonio Meade.
El problema que tiene es que la candidatura alterna para levantarle la mano a su gallo ha sido acorralado en el PAN y PRD: Rafael Moreno Valle.
Para nadie escapa en Los Pinos o Palacio Nacional las visitas de Moreno Valle para dialogar con el presidente Peña.
Sí, el mismísimo Peña Nieto que ha sido declarado persona non grata y enemigo a vencer por el Frente Ciudadano por México, particularmente Ricardo Anaya del PAN y Alejandra Barrales del PRD.
En el fuego cruzado se encuentra Moreno Valle, cuya viabilidad de sumarse al Frente Todos Unidos contra López Obrador para que el peñismo no sea perseguido se desvancece.
Peña sí lo tiene en el radar para el 2018, siempre haciéndole el juego a su proyecto con Meade. El ex gobernador de Puebla ha vendido que en realidad el presidente lo ve con opción para que el mejor posicionado entre su carta y él sea favorecido por la declinación.
En el morenovallismo aún se cree que los proceso internos de los partidos que constituyen el Frente no le afecta, porque lo que vale es que no habrá veto para la etapa de selección en el Frente Ciudadano, donde pujaría por la consulta ciudadana, ahora que tiene el visto bueno de Peña Nieto.
Sin embargo, la realidad va por otro camino.
Por más ganas que le eche.
El Frente es AntiPeña, lo que anula a un perfil como Moreno Valle, principal beneficiario del sexenio priista como gobernador de Puebla.
Grandes negocios hicieron las constructoras y empresas del Grupo Atlacomulco en Puebla.