Por Rocío García Olmedo
Estamos a unas semanas del inicio del proceso electoral 2017-2018. La armonización de las legislaciones estatales conforme a la reforma política-electoral del 2014 se han realizado en los estados de la República; y en este entorno previo al inicio del proceso, se llevó a cabo un Foro organizado por la Fundación Kofi-Annan que convocó a expertos y expertas en materia electoral de América Latina.
Doce países participaron exponiendo, debatiendo y compartiendo experiencias y buenas prácticas en los procesos electorales de sus respectivos países; y analizando los retos a los que se enfrentan las democracias en América Latina, con procesos cada vez más complejos.
“Integridad Electoral en América Latina” fue el nombre de este Foro y este concepto es el que rescato porque me parece muy importante que tanto autoridades electorales y partidos políticos empecemos a construir en Puebla, procesos electorales con una visión global como plantea la integridad electoral.
Retomaré una publicación reciente de mi estimada colega Carla A. Humphrey Jordan, (La Silla Rota, 18/08/2017) que justamente refiere de que se trata este concepto que surge en 2012 y que sostiene visualizar el proceso electoral como un todo, con dos vertientes:
Reconocer la importancia que tienen las etapas de un proceso electoral, todas, relevantes e interconectadas, que tienen como objetivo conseguir procesos electorales verdaderamente democráticos; pero que no son lo único que hay que visualizar para lograr este objetivo; ya que en una visión global e integrada de los procesos electorales hay que analizar también, “forma, monto y fuentes de financiamiento; integración y actuación de los organismos electorales; protección y garantía de los derechos políticos; el papel de los medios de comunicación; el comportamiento de los partidos políticos; acceso a la justicia; uso de nuevas tecnologías de la información y comunicación.”
Es decir -señala- “el concepto de integridad electoral hace referencia a una serie de buenas prácticas y valores para hacer justamente procesos electorales confiables, auténticos, transparentes y legítimos.”
Por ello vale la pena convocar desde ahora a las autoridades electorales poblanas -que tienen el reto de recuperar la credibilidad y confianza perdidas en el proceso electoral anterior- y a los partidos políticos, a construir el proceso electoral que viviremos, allegándonos al concepto de Integridad Electoral y a prepararlo “cuidando cada una de sus fases; transparentando y construyendo criterios estables y dando máxima publicidad a las determinaciones que se vayan tomando; sancionando las infracciones a la normatividad electoral; y, garantizando el ejercicio de los derechos políticos en condiciones de igualdad.” Elementos que nos son comunes y de preocupación para las democracias de los países de América Latina como fue expuesto en este Foro.
Así, podríamos identificar, un proceso electoral 2017-2018 en el estado de Puebla verdaderamente democrático.