Por Valentín Varillas
No, Carlos Blanco no fue el único panista con interés de amarrar la Secretaría Estatal de Acción Juvenil en Puebla.
Si bien era el “oficial”, es decir, el encargado de jugar los intereses del morenovallismo desde su nueva responsabilidad partidista, lo cierto es que, por lo menos, había un tirador más al cargo que fue bajado a través de diversas presiones y amenazas.
Se trata de Jorge Paz, Secretario Municipal de Acción Juvenil de San Andrés Cholula.
Este joven empezó a moverse en serio, con la intención de competir por la posición.
Busco amarres, alianzas; se reunió con jóvenes de distintos lugares del estado y picó piedra para perfilarse como una opción más que sirviera de contrapeso al inminente dedazo.
Poco le duró el gusto.
Un día recibió la llamada de Jorge Gómez Carranco, ex diputado local, líder del PAN municipal en San Pedro Cholula, quien lo convocó a una reunión “urgente” a celebrarse el día siguiente en el Café Colibrí, ahí en la base del emblemático tren rápido.
El tono cordial y amable con el que se dio la invitación, animó al joven Paz a acudir sin ningún problema al lugar pactado, a la hora señalada.
Ya ahí, con las mejores maneras posibles, Gómez Carranco intentó convencerlo de que no era el momento de buscar la posición y ,mucho menos, era conveniente plantarle a cara a quienes hoy toman las decisiones al interior del partido.
Lo invitó a sumarse a quien había sido electo por el dedo divino y, como premio de compensación, integrarse a su equipo en algún cargo dentro de la estructura de Acción Juvenil.
En los mismos tonos, siempre cuidados y cordiales, Jorge Paz rechazó la oferta.
Dejó claro su interés por competir hasta el final en buena lid y comentó que la decisión final tendría que estar en manos de los jóvenes del partido.
En ese momento cuando la conversación dio un giro radical.
Cuando fue imposible convencer a Paz de claudicar, Gómez Carranco sacó un expediente, cuidadosamente conformado, que contenía grabaciones de llamadas telefónicas, información personal de Jorge, de su círculo familiar y de amistades más cercanas.
El mensaje fue claro: abandonar la búsqueda de la posición o enfrentar las consecuencias.
Éstas podrían ir desde una guerra mediática durísima, operada por los gatilleros morenovallistas, hasta el inicio de sendos procesos legales contra él, o bien, en contra de sus familiares y aliados.
Lo de menos es que hubiera o no elementos para soportarlos jurídicamente.
La amenaza iba en el sentido de que iba a sentir en carne propia lo que significa que te “echen encima el aparato”.
Así de claro, así de contundente.
Con el sello de la casa.
De esta manera se limpió el camino y se concretó la imposición.
Las prácticas y estilo que caracterizaron al gobierno estatal en el sexenio anterior, ya se ensayan a rajatabla en la vida interna del PAN poblano.
Ese PAN que nació, precisamente, para intentar ser un contrapeso real de ese tipo de prácticas que hasta hace muy poco eran exclusivas del priismo, ese ogro filantrópico formado por los cachorros de la revolución.
Ver para creer.
