Por Valentín Varillas
La versión parece producto de la fantasía, de la estéril elucubración política que se detona previo a una coyuntura electoral mayúscula y que se alimenta a media que ésta se acerca.
Sin embargo, recientemente, se discutió con toda seriedad.
En un encuentro entre personajes cercanísimos a Andrés Manuel López Obrador para analizar la realidad que vive Morena en varios estados de la República, previo al proceso 2018, al analizar Puebla salió a relucir el nombre de Fernando Manzanilla Prieto, cuñado del gobernador Moreno Valle y ex secretario general de Gobierno durante la primera mitad de su sexenio.
La mención pudo haber resultado simplemente anecdótica, si no hubiera salido de los labios de José Ramón López Beltrán, hijo de AMLO y quien tiene bajo su responsabilidad la coordinación de miles de comités seccionales que operarán a favor del tabasqueño en toda la República mexicana.
De entrada, a José Ramón le encargaron el trabajo electoral de Morena para la elección local del estado de México.
Según el vástago mayor del inminente candidato presidencial, Manzanilla podría maximizar el potencial de voto en territorio poblano, a diferencia de otros “tiradores” a la candidatura.
Suma a lo anterior, su experiencia en la coordinación de campañas ganadoras como la de Rafael Moreno Valle y Tony Gali, además de sus nexos con grupos y organizaciones de la sociedad civil.
Es también ampliamente conocido en círculos políticos, académicos y empresariales del estado.
Insisto, es el crisol con el que se le ve en el centro neurálgico de toma de decisiones al interior del Movimiento de Regeneración Nacional.
Las ligas de Manzanilla con la izquierda cercana al famoso Peje, no son una novedad.
Desde hace años, mantiene nexos y un canal de diálogo con sus principales cuadros.
Por ejemplo, en la coyuntura electoral del proceso presidencial del 2012, Fernando fue el canal mediante el cual López Obrador buscó apoyos oficiales para la operación de su voto en Puebla.
Para ello, se llevó a cabo una reunión en la ciudad de México, en el departamento de un personaje cercanísimo a Manzanilla, en donde se dieron cita, además de él, el gobernador Moreno Valle, Ricardo Monreal y José Juan Espinosa.
Ahí, sobre la mesa, se puso la propuesta de que el gobierno poblano no cerrara definitivamente la puerta de una posible cooperación con la izquierda, ante la posibilidad de que López Obrador ganara la elección.
“El primer paso rumbo a una coexistencia civilizada y de beneficio mutuo”, prometían.
Sin embargo, el tema jamás caminó.
El gobierno poblano operó con todo a favor del entonces candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, a quien no pudieron hacer ganar en Puebla.
López Obrador fue el candidato presidencial que más votos obtuvo en el estado, a pesar de quedar en el segundo lugar del proceso.
La posible nominación de Manzanilla puede fortalecerse, ante la inminencia de varios eventos que muy pronto sacudirán la vida interna de Morena y que dejarán fuera a algunos de los suspirantes a la candidatura al gobierno estatal.
Sin embargo, hoy, no deja de ser únicamente un rumor que se presta al morbo.
Y es que, si es real el enfrentamiento Moreno Valle-Manzanilla, en la elección del próximo gobernador de seis años para Puebla, si el segundo es el candidato, se avecina un auténtico choque de trenes en la entidad.
¿Se imagina?
Si la disputa entre ellos no es más que una burda puesta en escena, Moreno Valle estaría perfilando así su Plan B para el 2018, en aras de seguir manteniendo el control político absoluto del estado.
