Por Jesús Manuel Hernández
Con bombos y platillos apareció la invitación a los panistas potosinos para asistir al desayuno con el “coordinador de los gobernadores del PAN”, Rafael Moreno Valle el sábado 8 a las 9.30 de la mañana. El evento se pronosticaba como un acierto y los organizadores apostaron a levantar la deteriorada imagen del aspirante que está en los últimos lugares de las preferencias internas.
De la mano de Octavio Pedroza y Alejandro Zapata Perogordo, con la ausencia de la dirigencia estatal del partido, sin los legisladores, unas 400 personas intentaron llenar el hueco que para mil había sido reservado en el Hotel María Dolores.
El repetitivo discurso al parecer ha dejado de tener seguidores, nuevamente pidió piso parejo y la definición de Ricardo Anaya; culpó a la desunión del fracaso electoral en San Luis Potosí y salió, como en las malas tardes de los toreros, sin pena ni gloria.
Días antes dos de sus principales escuderos aparecieron en defensa del protagónico gobernador de Puebla. El “delegado”, García Almaguer, apenas afiliado al Partido el 6 de Agosto de 2014, escasos dos años de vida panista, y Herrera Castañón, operador electoral y legislador cuyo registro se remonta al 27 de enero de 2014, dos años y medio de vida en el partido, evidentemente son no natos en el PAN, se acercaron a él más por conveniencia que por convencimiento ideológico.
El primero insistiendo en el piso parejo y asegurando que Martha Erika Alonso “no aspira” al 2018.
El segundo en entrevista nacional asomando la presunta traición de Ricardo Anaya de quien dijo que en su campaña a la presidencia del partido aseguró que no iba a la candidatura presidencial y por eso su jefe, Rafael, lo apoyó. O sea, hubo plan con maña del poblano con el queretano y sacrificando los acuerdos anteriores.
Las encuestas siguen dejándolo en los últimos lugares, los panistas empiezan a mostrar su rechazo en las reuniones internas, y es que a “sotto voce” hay un clamor, a Rafael no es que no lo quieran por haber sido priísta, sino porque no lo ha dejado de ser.
O por lo menos, así me lo parece.