02-05-2024 11:27:36 AM

Exceso de escasez de Peña Nieto

Por: Jesús Manuel Hernández

Cuando gobernaba Adolfo López Mateos corría un chiste entre los políticos. El presidente esperaba a Lyndon B. Johnson, durante el acto de la devolución del Chamizal, 1964, mientras lo hacía se acercó un bolero y le lustró los zapatos; el bolero remangó las valencianas del presidente sin que éste lo advirtiera.

Cuando se acercaba Johnson un ayudante de López Mateos le dijo al oído “presidente bájese los pantalones”, refiriéndose a las valencianas; y el presidente de México le dijo al ayudante “¿tanto les debemos?”.

Los abogados y especialistas en relaciones sexuales comentan con ironía que cuando la violación es inminente, “más vale ponerse flojita y colaborando”.

Las referencias vienen a cuenta por el ridículo comportamiento del Presiente de México y su gabinete en el tema de la visita de Donald Trump a Los Pinos, la residencia oficial del Ejecutivo de este país.

Al margen de las cartas de invitación y las razones por las que le aconsejaron hacerlo, existen protocolos, diplomacia, soberanía, dignidad de una nación que representa el Presidente ante los propios y los extranjeros.

Qué trabajo les costaba ante la inminencia de la violación de la dignidad poner el protocolo de por medio.

Trump no representa más que la candidatura de un partido en los Estados Unidos; Trump ha usado el tema de los inmigrantes como bandera de su campaña, Trump ha criticado, ofendido a México como país, en sus discursos oficiales en busca de la candidatura, Trump es visto por el pueblo mexicano como enemigo.

¿Por qué no acotar su visita? ¿Por qué no añadir una línea en la carta de invitación “será usted bienvenido siempre y cuando ofrezca una disculpa al pueblo mexicano”, por ejemplo?

Diferente hubiera sido si el helicóptero donde se transportó Trump a Los Pinos hubiera sido particular, no uno oficial del Estado Mayor Presidencial; también diferente hubiera sido si en la conferencia de prensa existiera un solo atril y no dos donde ante el espectador se iguala la importancia de las figuras.

Un maestro de ceremonias hubiera sido ideal para presentar a Trump e invitarlo a hablar.

El presidente Peña debió hablar al último, desde la dignidad de su cargo y poniendo los puntos en claro, no prestándose a ser parte del juego de burlas donde únicamente salió ganando el candidato republicano.

Nadie se explica, nadie entiende, nadie puede justificar el agravio de Trump, pero menos la ausencia de entendimiento de política exterior, de Estado de Derecho, de soberanía que aparecieron en el comportamiento de Peña Nieto, un exceso de escasez.

O por lo menos así me lo parece.

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