Por: Jesús Manuel Hernández
Dicen en el pueblo que las desgracias no vienen solas que siempre van acompañadas. La escasa presencia en las encuestas nacionales de preferencias sobre personajes panistas ha afectado el humor, el ánimo del inquilino de Casa Puebla. De balde las millonarias cantidades gastadas en publicidad para posicionarse.
La última batalla por la Presidencia de la mesa Directiva de la Cámara de Diputados, que le corresponde al PAN, no fue campo propicio para alzarse con el triunfo, por el contrario el equipo de Moreno Valle mordió el polvo.
La llegada de un miembro del grupo doctrinario del partido, desplazado en Puebla por el gobernador, tiene un significado por encima de la circunstancias que propiciaron el arribo de Javier Bolaños, ampliamente identificado con Marco Adame.
No se trata sólo de un tropiezo, es la muestra de que el grupo contrario a Rafael ha ido recuperando presencia y generando los acuerdos con dos cartas rumbo a la candidatura presidencial, una es Margarita Zavala, la otra Ricardo Anaya, en la baraja no figura Moreno Valle.
Las primeras muestras de la recuperación del grupo empiezan a darse en el entorno cercano de Margarita Zavala. Eduardo Rivera Pérez, “el maestro”, empieza a caminar de regreso a Puebla. Lo dice en todas partes, lo comunica a sus adversarios a través de los mensajeros tradicionales; si en los últimos meses tuvo la prohibición de hacer política en Puebla y se refugió en Quintana Roo, ahora se dispone a usar a los expertos exitosos en campañas para poner una pica en Casa Puebla.
Y con él, regresan los suyos, o sea los contrarios a Rafael.
Una voz se ha dejado escuchar recientemente en el CEN del PAN, los padrones de militantes en Puebla están alterados, inyectados, inflados, a favor del grupo gobernante, por tanto se ha empezado a sugerir que la candidatura de Puebla sea por designación y no por elección interna.
De aprobarse, el morenovallismo no sólo morderá el polvo, caerá, tocará tierra y un sueño quedará en ilusión.
O por lo menos así me lo parece.
