Por: Valentín Varillas
Y ahora, vendrán los inevitables ajustes de cuentas.
Terminada la elección, el grupo de perredistas afines al gobernador Moreno Valle comenzará a darle forma a una estrategia que les permita acabar con quienes en su momento impidieron que el Sol Azteca se sumara a la alianza morenovallista encabezada por Tony Gali.
Las acciones se darán en dos vías: hacia el interior del partido en Puebla y en contra de los liderazgos nacionales opositores a los intereses de Rafael.
En la lista caben todos, hasta el propio dirigente nacional, Agustín Basave, a quien desde Puebla le mandan el mensaje de que con creces pagará la osadía de oponerse a los deseos del mandatario poblano.
Y es que, más allá del tema de la congruencia ideológica o de principios, quienes dijeron “NO” a la coalición argumentaron que solos podían obtener un nivel de votación importante y erigirse como la opción más viable para la izquierda poblana.
Su medida sería el desempeño electoral del Movimiento de Regeneración Nacional, verdadero rival del perredismo local.
En el escenario más probable, aseguraban, el PRD obtendría un 10 por ciento del total de la votación y con eso le darían pelea a las huestes del Peje.
Las cosas, sobra decirlo, no salieron como se esperaban.
Vamos, ni siquiera alcanzaron la mitad de la meta.
Las primeras encuestas publicadas anunciaban de antemano el potencial de la catástrofe electoral y el oscuro panorama se materializó de forma contundente en la jornada del domingo.
El Sol Azteca obtuvo apenas poco más de 68 mil votos, un 3.84% que palidece ante el 9.54% obtenido por MORENA.
Son más de cien mil votos de diferencia.
Razones, sin duda, hay muchas y de peso.
De entrada, el hecho de que los perredistas afines al gobernador y sus estructuras le jugaran las contras a la candidata y se sumaran a apoyar abiertamente al candidato del PAN, violentando así los estatutos.
Desde aquel accidentado Consejo Estatal, en donde se utilizó infraestructura pública para impedir la asistencia de miembros del partido ajenos al control del gobernador, hasta la necesidad de que el CEN tuviera que atraer la selección del candidato a la mini, quedó más que claro que el verdadero enemigo estaba en casa.
Al parecer, la quintacolumna logró su objetivo de dinamitar a su propio partido en aras de quedarse con los despojos y a partir de ahí echar a andar un proceso de refundación en donde no quepan ya los “indeseables”.
Personajes como Luis Maldonado y su eterno Sancho, Jorge Benito Cruz, además de Carlos Martínez Amador, Julián Rendón o Miguel Ángel de la Rosa, harán mancuerna con otros “pro-aliancistas” como Jesús Ortega, Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belauzarán y Armando Ríos Piter para presionar a que se realicen cambios radicales en la dirigencia nacional de cara al 2018 y convencer a los militantes de que la única vía hacia la supervivencia en el corto plazo será aliarse con alguno de los grandes para la próxima elección presidencial.
¿Le suena con el PAN?
¿Le suena que quien puede ser quien encabece este esfuerzo aliancista sea el poblano, Rafael Moreno Valle?
Si estos supuestos llegaran a concretarse, la única duda sería si el todavía gobernador utilizaría la coalición para su proyecto presidencial o para ponerla al servicio de los intereses del presidente Peña, en pago de la factura generada después de cómo se desarrolló el proceso electoral poblano.
