19-05-2024 07:11:26 AM

A un año continúa represión sobre jóvenes de la BUAP

Por Shanik David

Ana Rosa la piensa dos veces antes de salir. Evalúa cuáles podrían ser los factores de riesgo de salir con sus amigos, cómo se regresará, que no puede hacerlo en malas condiciones, quiénes estarán y qué tan tarde se puede quedar fuera.

Su temor no deriva de un miedo a la delincuencia o a lo que alguien fuera de la ley podría hacerle, sino a las acciones que la propia autoridad podría ejercer en su contra, pues a sus 23 años de edad le ha tocado vivir en carne propia lo que es la persecución policíaca.

Antes del 5 de junio de 2015 era una chica normal, cursaba la carrera de Medicina en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y en un ánimo de buscar un cambio se unió a diferentes organizaciones como el Comité Estudiantil de Medicina y el Comité para la Liberación de los Presos Políticos y el Cese a la Represión; pero sería su activismo el que la pondría en la mira de las autoridades.

La madrugada del 5 de junio del año pasado, a dos días de la elección a diputados federales, fue detenida de manera arbitraria junto con otros seis compañeros universitarios acusados de haber colocado artefactos explosivos en una parada del Metrobús, las oficinas de la delegación de la Secretaría de Economía y en unas oficinas del Instituto Nacional Electoral, acusación sustentada en una sola carta anónima que recibió la entonces Procuraduría General de Justicia.

Aunque lograron salir en menos de 24 horas, ese hecho cambió su vida. Por temor a una detención o ponerse en una situación de riesgo, Ana Rosa dejó la escuela un cuatrimestre, retrasando sus estudios hasta no sentir que tenía las garantías para continuar adelante.

“Fue hasta que ganamos el cuarto amparo que nos sentimos seguros de regresar a nuestra vida, bueno pero no como antes” explicó la joven quien ya tiene 23 años y pudo retomar sus estudios a penas este año, pero con cambios en su estilo de vida.

La afectación emocional de haberse sentido vigilada por tanto tiempo la hace ser más cautelosa de lo que hace, las reuniones a las que acude y hasta su forma de divertirse porque sabe que “cualquier cosa por pequeña que sea te pueden privar de tu libertad”.

El caso de Ana Rosa Zili Colorado es sólo uno de los siete jóvenes detenidos hace un año -Juan Carlos Tepole Ixtacua, Axel Jiménez Morillo, Erick López Cruz, Shariff Guerrero Contreras, Carlos Arafat Rosas Burguess y Dulce Carolina Parra Escalona- quienes hasta el momento siguen bajo proceso por parte de las autoridades sin que haya pruebas.

“La idea era bajar los ánimos del activismo de los jóvenes”, afirmó la abogada de los estudiantes Hokabet Quiteiro Plata, al decir que no hay otra explicación detrás de la manipulación ejercida por las autoridades sobre el caso el cual sigue abierto.

Refirió que desde la Fiscalía existen una serie de anomalías que no permiten que el caso avance, como es el hecho de que a los defensores se les obstaculiza el acceso al expediente, se han rechazo las peticiones que se han formulado para que, como parte de las pruebas, se interrogue a los agentes que participaron en la detención, e incluso se continúa con el proceso a pesar de que en un año no se han presentado más pruebas en contra de los jóvenes.

“La Fiscalía ha manipulado la investigación de una manera ofensiva hasta para la inteligencia” acusó la abogada al señalar que incluso se han presentado diferentes amparos no sólo para proteger a los estudiantes sino para que se pueda dar seguimiento al proceso.

Recordó que una de las respuestas más insultantes de la Fiscalía se dio en torno al amparo que se presentó por la orden de aprehensión que se ejecutó en contra de los jóvenes el 5 de junio, pues como parte del proceso de este recurso el fiscal respondió que no fue una detención sino el cumplimiento de una cita de comparecencia que se le había hecho a los estudiantes para conocer su participaciónen los hechos de los cuales eran acusados; es decir, el operativo violento, en el cual los jóvenes fueron sacados a la fuerza y sus domicilios fueron cateados y hasta robados por los uniformados, era sólo un citatorio y no una orden de aprehensión, “es de risa”, expresó Quiteiro Plata.

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